Sunday, January 30, 2011

La semilla de Israel - Aryeh Tepper - Jewish Ideas Daily



Hasta los tiempos modernos, los límites de la identidad judía eran claros y estrictos. Si usted había nacido de una madre judía, o si se había convertido conforme a la ley religiosa judía (la Halajá), usted era judío. Si no era así, no lo era. Sin embargo, a lo largo del siglo XX las definiciones tradicionales fueron superadas por las altas tasas de matrimonios mixtos entre judíos y no judíos en la Diáspora.

Ahora, debido a estos acontecimientos en la Diáspora, y especialmente en la ex Unión Soviética, el problema de los matrimonios mixtos está también presente en el Estado judío. De acuerdo a la Ley del Retorno, cualquier persona con un abuelo judío puede inmigrar y solicitar la ciudadanía israelí, y eso es lo que hicieron durante la década de 1990 cientos de miles de ex ciudadanos soviéticos: individuos que se identificaron como judíos a efectos de la Ley de regresar no lo eran de acuerdo con los criterios halájicos. Estos nuevos israelíes se han convertido en parte de la sociedad israelí, sirviendo en el ejército, estudiando en sus colegios y universidades, integrándose como israelíes en la fuerza laboral y casándose con otros israelíes. A principios del siglo XXI, ¿que es lo que debe hacerse acerca de este fenómeno?

En general, los líderes israelíes, tanto políticos como religiosos, no han respondido al problema o han respondido de manera insuficiente, ya sea mediante preferir ignorarlo por una parte, o, por el contrario, exigir una conversión al por mayor de acuerdo con las más rigurosas e inflexibles normas religiosas. Una valiente excepción es la protagonizada por el rabino Hayyim Amsalem, miembro de la Knesset por el partido político sefardí Shas.

En 2010, Amsalem publicó en hebreo una obra importante, Zera Yisrael ("La Semilla de Israel"), argumentando que, cuando se trata de los no judíos descendientes de judíos, las cosas realmente no pueden ser ni tan claras ni tan estrictas. Para ello Amsalem recurre a una gran cantidad de fuentes autorizadas, demostrando que esas personas que pueden ser vistas como no judías estrictamente, sin embargo pertenecerían legalmente a la categoría que da título a su libro. Ellos, aunque pudieran no ser judíos, a través de sus orígenes seguirían estando relacionados sin lugar a dudas con el pueblo judío, y esta conexión tiene importantes ramificaciones.

La ramificación inmediatamente más importante, según Amsalem, es que estos descendientes no judíos de judíos no sólo deben ser alentados a convertirse, sino que a la vez las normas para su conversión deben ser relativamente leves:
Necesitamos especificar con claridad que se comprometan por lo menos a comportarse como judíos "tradicionales". Esto significa abandonar completamente su religión anterior, negar la idolatría, observar el ayuno de Yom Kipur, abstenerse de comer jametz en Pesaj, mantenerse kosher, encender las velas de Shabbat, usar los tefilín (las filacterias rituales), y así sucesivamente.
Desde la perspectiva de las autoridades ultra-ortodoxas, las exigencias de Amsalem representan una estúpidez absoluta. Según ellos, ser judío significa observar puntualmente todos los mandamientos. Lamentablemente, Amsalem ha sido brutalmente atacado por la prensa ultra-ortodoxa y declarado persona non grata por su propio partido político. Y, sin embargo, como él demuestra, los ultra-ortodoxos no son las únicas autoridades para el tema de la conversión, siendo la autoridad tradición legal judía mucho más amplia y permisiva que la visión ideológica de los ultra-ortodoxos.

Especial atención debería prestarse a la invocación de Amsalem a los judería "tradicional". Si bien suele ser la costumbre dividir a los judíos en dos campos, seculares y religiosos, una encuesta realizada en el 2002 a los judíos de Israel revelaba que la mayoría de ellos no pertenecían ni a los unos ni a los otros, sino a algo intermedio. Ese algo intermedio se caracteriza por un amor a la tradición, junto con un compromiso con la libertad individual. Esta tolerante posición, viendo lo que se estila por el Oriente Medio, que prima el peso de la religión, pero a distancia, y observa los mandamientos, pero no todos ellos y no todo el tiempo, es lo que se conoce con el nombre de judíos "tradicionales".

Amsalem querría que las nuevas conversiones de estos judíos procedentes de la reciente inmigración se ajustaran a las prácticas de este segmento de la sociedad israelí. Después de todo, estas son personas que son propensas a contraer matrimonios con judíos "tradicionales" de Israel, y fue debido a su preocupación por el bienestar de ambos grupos por lo que Amsalem compuso su libro principalmente. Por eso, y por su deseo de anticiparse a las demandas de los liberales religiosos, influenciados por el judaísmo reformista americano, que replican que la identidad judía se transmitiría a través de la descendencia patrilineal. Esa respuesta particular al problema de los matrimonios mixtos habría provocado una mayor confusión en una situación ya confusa al crear una rama del pueblo judío que gran parte del mundo judío no reconocería como judía, siendo su aplicación en el contexto israelí tanto o más desastrosa.

El futuro político de Amsalem es incierto. A pesar de que ha pagado un alto precio por sus puntos de vista dentro de su partido político, también se ha convertido en una especie de héroe popular para muchos sionistas religiosos, judíos tradicionales e incluso judíos seculares. Pero cualquiera que sea su futuro, mantiene su compromiso de avanzar en su visión de la conversión, y tiene a gran parte del público israelí detrás de él.

Por otra parte, no solamente desde un punto de vista jurídico el concepto de la "semilla de Israel" constituiría una oportunidad potencial para satisfacer los desafíos que enfrenta Israel y los judíos del mundo. En todo el mundo, aún existen no judíos descendientes de judíos que sienten una gran afinidad con Israel y con el pueblo judío, incluso si no tienen intención de inmigrar o convertirse. Se incluyen entre ellos los Bnei Anusim, descendientes de "cripto-judíos" españoles y portugueses obligados a convertirse al catolicismo en los siglos XIV y XV, y los "judíos ocultos" de Polonia que desde la caída de la Unión Soviética se han interesado en aprender acerca de la dimensión judía de su identidad.

La única organización que ha reconocido el beneficio de llegar a esas personas es Shavei Israel, más conocida por ayudar a los descendientes de los "diez tribus perdidas" que están ansiosos de regresar al pueblo judío. Para Michael Freund, director de Shavei Israel, es una pena que nadie se haya ocupado activamente de estos grupos que, cualquiera que sea su estado, mantienen su hambre de una conexión, ya sea intelectual, cultural, literaria o espiritual, con el pueblo judío. Para ellos, también la noción de "la semilla de Israel" podría funcionar como algo muy poderoso, fortaleciendo sus compromisos y motivando sus lealtades.

Hayyim Amsalem y Michel Freund comparten una visión del futuro que es a largo plazo y estratégica. Es de esperar que otros se convenzan de lo mismo.

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El cordero, el lobo, y el tonto del pueblo - Emmanuel Navon



La división ideológica entre idealistas y realistas se deriva de dos conjuntos de supuestos sobre la naturaleza humana y la realidad. Los realistas desconfían de las verdaderas intenciones de los hombres reales (no idealizados), mientras que los idealistas se basan en la buena voluntad humana: el estado de naturaleza es "el cielo" para Rousseau y el "infierno" para Hobbes, porque el primero cree que el hombre es "naturalmente bueno y sólo se pervierte socialmente", mientras que el segundo asume que el hombre es "solitario, pobre, desagradable, brutal y de pocas expectativas".

Realistas e idealistas también ven la realidad desde dos puntos de vista diferentes: para el realista, la realidad es un hecho al que el hombre tiene que someterse al igual que su voluntad, para los idealistas la realidad es el hombre y por lo tanto puede ser sometida a la voluntad del hombre. Maquiavelo enseñaba el Príncipe cómo adaptarse a la realidad, mientras que Kant imploraba cambiarla y adaptarla a sus ideales.

Estos dos conjuntos diferentes de hipótesis, ¿es el hombre bueno o malo? ¿es la realidad más fuerte que la voluntad humana o al revés?, están en el centro de la brecha ideológica entre derecha e izquierda en las sociedades abiertas, y este debate se aplica a la política exterior.

Este debate es ideológico, precisamente porque no se puede probar científicamente si el hombre es intrínsecamente bueno o malo, al igual que si la realidad es realmente modificable por la voluntad humana. La historia, sin embargo, ofrece una muy útil colección de ejemplos que pueden ayudar a convertir a una conjetura en razonable. También sucede cuando valoramos políticas fallidas y exitosas. A este respecto, el presidente Obama ha hecho una contribución notable (aunque involuntariamente) a una ya antigua investigación filosófica.

En su discurso de El Cairo (junio 2009), Barack Obama trató de engatusar al mundo musulmán para que abandonara su animosidad hacia los Estados Unidos. Un año y medio después, sería un eufemismo decir que sus propuestas han sido rechazadas. Turquía, durante bastante tiempo un aliado cercano de los EEUU e Israel, se ha convertido en el apologista más importante de Irán. Irán sigue desafiando a los Estados Unidos llevando adelante su programa nuclear y progresivamente instalándose en Irak y el Líbano. Los talibanes se mantienen tan decididos como siempre en Afganistán y en Pakistán. Siria sigue profundizando sus lazos con Irán y Hezbolá, a pesar (o por causa) de los gestos de Estados Unidos (como volver a enviar un embajador de EEUU a Damasco). Y ahora, el régimen pro-occidental y anti-islamista de Ben-Ali ha sido derrocado en Tunez, mientras que Hezbolá está a punto de instalar con suma eficacia el próximo gobierno de Líbano.

Sería ciertamente injusto centrarse en el fracaso del presidente Obama. Su confianza en que los islamistas se suavicen oyendo un discurso buenista no es tan diferente a la hipótesis de Woodrow Wilson de que la Liga de las Naciones mantendría el militarismo alemán bajo control, o la creencia de Jimmy Carter que Jomeini era un activista de derechos humanos.

Wilson, Carter y Obama se estrellaron ante la realidad porque no tuvieron en cuenta que algunas ideologías se basan en su absoluta necesidad de un enemigo. Como el profesor Emmanuel Sivan explica en su libro "The Clash within Islam", la jihad crea una dicotomía "entre los musulmanes y todo el resto de grupos externos y (por ello) heréticos, que representan fundamentalmente al mal... Así, una coexistencia en el tiempo (con ellos) no representa ciertamente una opción política creíble". De hecho, ninguna cantidad de buena voluntad o de retórica elevada puede apaciguar a las ideologías que hacen de la eterna lucha contra "el enemigo" un mandato divino o el principio fundamental de la identidad colectiva.

La ingenuidad tiene un precio, un precio que Estados Unidos ha sido capaz de pagar gracias a su poder y a la geografía (distante del Oriente Medio). Israel, por el contrario, no puede tener una tolerancia estratégica ante la estupidez (aunque ciertamente tiene un atractivo político). Una popular broma israelí ofrece la respuesta definitiva al debate entre el realismo y el idealismo en política exterior: Isaías profetizó un día que el cordero moraría pacíficamente con el lobo, sin embargo, aun cuando el sueño se hiciera realidad, lo más seguro sería ser el lobo. Sobre todo, podríamos haber añadido al chiste, si el cordero está siendo observado por el tonto del pueblo.

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Obama pasará a la historia como el presidente que perdió Egipto - Aluf Benn - Haaretz



(El análisis no es tan duro como podía parecer el título del artículo, es más, es bastante razonable y matizado. No obstante ha desencadenado una oleada de comentarios a favor y en contra (mayoritarios) en el Haaretz, sobre la actuación de la administración Obama. Imagino que será uno de los primeros que incida en lo sugerido en su titular).

Jimmy Carter pasó a la historia de los Estados Unidos como "el presidente que perdió Irán", ya que durante su gestión pasó de ser un importante aliado estratégico de los Estados Unidos a conformar el gobierno revolucionario y anti-occidental de la República Islámica. Barack Obama será recordado como el presidente que "perdió" Turquía, Líbano y Egipto, y durante cuyo mandato las alianzas de Estados Unidos en el Oriente Medio se desmoronaron.

Las circunstancias son similares superficialmente. En ambos casos, los Estados Unidos estaban inmersos en una crisis financiera y en una serie de guerras, y comenzaron a perder influencia en el mundo a manos de un presidente izquierdista cuyas buenas intenciones eran interpretadas en el extranjero como expresiones de debilidad. Los resultados se reflejaron en la caída de los regímenes que dependían de su relación con Washington para su supervivencia, o en un cambio en su orientación geoestratégica, como sucede con Ankara.

La debilidad general de Estados Unidos afecta claramente a sus amigos. Pero a diferencia de Carter, quien predicó los derechos humanos, incluso hiriendo a sus aliados, Obama se sentó en la barrera y tomó precauciones. Obama ni abrazó a esos líderes despreciados ni los "evangelizó" fomentando las libertades políticas, todo ello ante el temor a socavar la estabilidad reinante.

Obama comenzó su presidencia con viajes a Turquía, Egipto y Arabia Saudita, y en los discursos en Ankara y El Cairo trató de forjar nuevos lazos entre los Estados Unidos y el mundo musulmán. Su mensaje a los musulmanes era "Yo soy uno de ustedes", y lo respaldó con una cita del Corán. El presidente Hosni Mubarak no estuvo con él durantre su discurso en la Universidad de El Cairo, y Obama no mencionó a su anfitrión. Y tampoco imitó a su odiado predecesor, el presidente George W. Bush, con llamamientos contundentes a la democracia y a la libertad [N.P.: eso es cosa de la "peste neocon", y por lo tanto, nada "progresista"].

Obama al parecer cree que el principal problema del Oriente Medio es la ocupación israelí, y centró su política en exigir la suspensión de la construcción en los asentamientos y en el fallido intento de renovar las conversaciones de paz. Ese fracaso le llevó a retroceder en el proceso de paz para concentrarse en desactivar una guerra entre Israel e Irán.

Los estadounidenses debaten constantemente la cuestión de si Obama cortó su política para adaptarse a las circunstancias o por suposiciones equivocadas. La ausencia de cuestiones referentes a los derechos humanos en la política de EEUU cara a los estados árabes le propició duras críticas, acusándole de ignorar el espíritu de la época y aferrarse a los podridos viejos dirigentes. En los últimos meses, muchas artículos han aparecido en la prensa occidental afirmando que los días del régimen de Mubarak estaban contados, invitando a Obama a dirigirse a la oposición en Egipto. Había una sensación de que el establishment de la política exterior de EEUU amparaba a su protegido de larga duración en El Cairo, mientras que la administración quedaba a la zaga de los columnistas y comentaristas.

La administración se enfrentó a un dilema. Uno puede conjeturar si Obama se identificó con los manifestantes, y no con el anciano dictador. Sin embargo, una superpotencia no es un movimiento de derechos civiles. Si se abandona a sus aliados en el momento en que flaquean, ¿quién confiará en usted el día de mañana? Es por eso que Obama se puso del lado de Mubarak hasta el viernes, cuando la fuerza de las protestas superó a su régimen.

Las revueltas populares en Túnez y Egipto demostraron que los Estados Unidos pueden hacer muy poco para salvar a sus amigos de la ira de sus ciudadanos. Ahora Obama será objeto de críticas por no haberse aproximado mucho antes a los líderes de la oposición egipcia y no haber exijido que Mubarak liberara a sus oponentes encarcelados. Se le acusará de no haber presionado lo suficiente al Primer Ministro Benjamin Netanyahu para detener los asentamientos y por lo tanto, indirectamente, "sofocar así la creciente marea de cólera en el mundo musulmán". Pero eso esa una opinión formulada retrospectivamente y a las 20:20 horas [N.P.: en un momento de buscar culpables y de exonerar de alguna manera a Obama, qué mejor que el chivo expiatorio favorito].

No existen garantías de que las masas de Egipto o de Túnez se hubieran mostrado dispuestos a seguir viviendo en sus régimenes represivos aunque la construcción en Ariel se hubiera detenido o algunas figuras de la oposición fueron liberadas de la cárcel. Ahora Obama tratará de agacharse hasta que los vientos de la revuelta perezcan, y luego forjar lazos con los nuevos líderes de la región.

No se puede suponer automáticamente que los sucesores de Mubarak serán clones de los líderes de Irán, dispuestos a continuar con una política radical anti-estadounidense.
Tal vez emularán al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que navega entre los bloques y las superpotencias sin renunciar a ser miembro de la OTAN y a sus privilegiadas relaciones militares y de defensa con los Estados Unidos. Erdogan obtuvo un buen acuerdo para Turquía, que se beneficia de la estabilidad política y de un crecimiento económico sin estar en el bolsillo de nadie. Eso también podría funcionar en Egipto.

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Saturday, January 29, 2011

La prensa "liberal y de progreso" esperanzada - Rubin Reports



El New York Times en un reciente editorial dice lo siguiente:
"El próximo primer ministro del Líbano, Najib Mikati, debe su puesto a Hezbollah. Esto es lamentable y peligroso. Aumentarán las divisiones en el Líbano, sus donantes occidentales (entre ellos Estados Unidos) se lo pensarán y complicara la labor del tribunal internacional establecido para juzgar a los asesinos del ex primer ministro Rafik Hariri... Esperamos que aún se puedan encontrar formas de colocar los intereses del Líbano en primer lugar y evitar que Hezbolá se atreva a desafiarlos"
¿Dónde ha estado metido el NYTimes en los últimos tres años, cuando se fraguó la crisis actual?

¿Por qué su corresponsal decía unos días antes de que esto no iba a suceder?

En cuanto a la esperanza del periódico de que un primer ministro elegido a dedo por Hezbollah maneje el poder a su antojo, ante la milicia más fuerte del país (más que el propio ejercito) y sabiendo que este grupo mata a la gente que "se atreve" a "desafiarlos", esta es la definición misma del pensamiento mágico.

Por lo menos al NYTimes denomina a Hezbollah grupo terrorista Hezbollah respaldado por Irán, o mejor dicho, comenzó de esa manera, dejando la puerta abierta a "que pudiera haber comenzado a cambiar". También dice que si el nuevo gobierno no persigue la investigación de los asesinatos en el Líbano, los Estados Unidos deberían recortar la ayuda militar.

Cuando se trata de presionar a Israel, el Times, quiere que el gobierno de los EEUU actue con decisión. Cuando se trata de terroristas islamistas clientes de Irán y Siria, parecen limitarse principalmente a esperar que las cosas salgan bien.

Después de todo, el problema no estriba solamente en esa investigación, sino en el hecho de que un aliado de EEUU desde hace mucho tiempo está siendo gobernado ahora mismo por terroristas islamistas revolucionarios en la órbita de Irán y Siria (y la situación parece que se prolongará).

¿El NYTimes podría llegar a considerar esta situación como un serio reto estratégico?

¿Podría preconizar que se reevaluaran las políticas anteriores?

¿Podría sugerir que Estados Unidos debería apoyar más decididamente a Israel a la hora de defenderse ante este nuevo reto?

¿Podría llegar a admitir que, cinco años después de que los Estados Unidos y la ONU prometieran a Israel que mantendrían a Hezbollah en el sur de Líbano, que se bloquería el contrabando de armas desde Siria y que inclusive ayudarían en su desarme, todas estas promesas hechas a Israel fueron papel mojado?

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Me encantan los gobiernos de progreso y sostenibles









Como suelen decir la gente de progreso, el problema radica en que no "saben comunicar y explicar" sus necesarias y fundamentadas ideas

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Thursday, January 27, 2011

Gran exclusiva: Netanyahu liberó los PalPapers para conseguir que Abbas fuera asesinado - Elder of Ziyon


El secreto mejor guardado de Al Jazeera, su verdadera bandera


Pero hasta los secretos mejor guardados se acaban conociendo. Militantes de Fatah revelando al mundo el secreto de la cadena qatarí

Una gran complot ha sido desenmascarado en un artículo de opinión publicado por la agencia de noticias palestina (y pro-Fatah) Palestine Press Agency.

El autor sostiene que la liberación de los "documentos de Palestina" (Palestine Papers) debe haber sido orquestada por Bibi Netanyahu. Este es el extravagante razonamiento que lleva a su autor a dicha conclusión:
Netanyahu se ve amenazado por Abbas porque Abbas está gestionando la construcción de una nación por su cuenta. Abbas también resulta una amenaza debido a que Israel ya no puede acusarle y decir que todos los líderes árabes palestinos son unos terroristas, ya que Abbas está dedicándose a la construcción de la nación de una manera pacífica. Él es un Gandhi palestino, lo que evidentemente es la peor pesadilla de Israel. Su tranquilidad, y sus recientes éxitos diplomáticos consiguiendo que naciones de América del Sur reconozcan a "Palestina", vuelven loco a Netanyahu.

Así que Netanyahu quiere que le maten.

La mejor manera de conseguir que Abbas sea asesinado es desprestigiarlo ante su pueblo para que él lo mate, por supuesto. Y la manera de hacerlo es diciendo a los árabes palestinos que Abbas está dispuesto a un compromiso con Israel y que no está siendo honesto con ellos.

Por consiguiente, Israel colaboró con Al Jazeera, que ya tenía en su manos esos falsos documentos, pero estaba esperando el momento oportuno para ponerlos en libertad. Bibi, el amigo israelí de Al Jazeera, les convenció de que era el momento adecuado, y felices y contentos se pusieron manos a la obra a cumplir lo que sus amos sionistas les exigían. Ahora sólo tienen que esperar el inevitable asesinato.
!! El crimen perfecto !!

Por supuesto, de creer esta historia, se debería aceptar como un hecho que los árabes asesinan de la manera más natural a sus líderes cuando les perciben como demasiado conciliadores con Israel.

PD. Sólo una cosa, ¿y el papelón de The Guardian, el diario británico de izquierdas y anti-Israel por antonomasia (!! comme il faut !!)? ¿Desconocen que realmente están siguiendo las ordenes del super aborrecido Netanyahu?

Elder of Ziyon

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El juramento de lealtad: Y aún dicen que es totalmente innecesario - Jonathan-Simon Sellem - JSSNews


Gilad Shalit es un "privilegiado", según Ahmed Tibi, vicepresidente de la Knesset

Los diputados árabes israelíes Muhammad Barakei (del partido Hadash) y Ahmed Tibi (del partido Ta’al) han participado el lunes pasado en una reunión organizada en Marruecos sobre los “prisioneros palestinos”.

Para la ocasión, ellos fueron denominados como “combatientes por la libertad de conciencia”. Es un bello título para un pueblo que se dice ebrio de libertad y que, como aún se demuestra hoy en día, celebra y homenajea (con calles y plazas) a esas personas acusadas, y encarceladas, por llevar a cabo acciones terroristas.

Durante este encuentro marroquí, los dos parlamentarios árabes israelíes afirmaron vivir en un país de apartheid, en el cual, paradójicamente, disfrutan de completa libertad (Tibi, inclusive, es uno de los vicepresidentes de la Knesset, además de haber sido asesor de Arafat en las negociaciones, lo que parece resultar totalmente congruente), y tras entonar el himno palestino, han reclamado al Estado criminal sionista que ponga en libertad a todos los combatientes musulmanes por la libertad.

Según Ahmed Tibi, “no resulta justo que un prisionero, el cual ha sido capturado durante su servicio militar (alusión a Gilad Shalit), devenga el prisionero más celebre del mundo porque es israelí, mientras que al mismo tiempo millares de árabes se pudren en las prisiones israelíes sin que nadie conozca sus nombres”.

Quizá todo se deba a que existe una diferencia entre un prisionero y un rehén, o entre esas personas que han ido a la cárcel tras un juicio, y que tienen además el derecho a ver a médicos, abogados, o recibir visitas de la familia y… Gilad Shalit.

Y después de todo esto aún hay gente que se pregunta por la necesidad y utilidad que tendría en Israel la existencia de un juramento de lealtad...

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Cosas "raras" que pasan


- La buena noticia es que no todos los países del Oriente Próximo destruyen a sus comunidades cristianas...
- ... y la mala que esa única excepción es el Estado judío (donde incluso crece).

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Gimoteando por los Palestinian Papers - Benny Morris - National Interest


Una de las imágenes canónicas de la década pasada donde se ve a la policía de fronteras israelí desalojando a una colono judía de un asentamiento

¿Qué ha sido de esa imagen de periodistas duros y cínicos, que no creen todo lo que les cuentan y que no dejan de hacer preguntas?

Todavía pueden existir, pero no cuando se trata de los palestinos. Tomen como ejemplo a Jonathan Freedland, el habitualmente severo columnista del diario británico The Guardian, y por lo general bastante inquisitivo. Esta vez lo hizo a regañadientes, admitiendo que el tesoro de unos 1.600 documentos procedentes de la última década de negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, y recientemente publicados por Al Jazeera y por su propio periódico, "puede haber sido una filtración selectiva". Pero luego se zambulló, temerariamente y sin aliento, como quien acabara de encontrar lingotes de oro macizo. !!La primicia del siglo!! Aquí estaba, escribía, la "prueba" de "hasta qué punto los palestinos estaban dispuestos a recorrer el camino hacia la paz con Israel y como, una vez más, chocaban con la intransigencia de los israelíes, en privado y públicamente. Ahí estaba la clave para entender la ausencia de paz entre israelíes y palestinos".

Además de dejar a un lado todo su habitual escepticismo, Freedland también demostraba poseer una memoria muy corta (esto, hay que admitirlo rápidamente, no sucede solamente con Freedland, es un defecto periodístico muy común). Si hubiera ejercitado su memoria, o revisado el propio archivo de su periódico, podría haber descubierto que las asombrosas "concesiones" palestinas, principalmente la mayor parte de los barrios israelíes al norte, este y sur de Jerusalén, construidos a a través de las líneas de 1967, ya habían sido "reconocidos" a los israelíes en los famosos "parámetros de Clinton", es decir, las propuestas de paz del presidente Bill Clinton de diciembre de 2000, y que los palestinos actualmente aprueban considerablemente lo aceptado por el anterior líder palestino, Yasser Arafat. Clinton había establecido el principio de un división de Jerusalén Este donde los barrios judíos formarían parte de Israel y las zonas árabes quedarían dentro de la soberanía árabe.

Del mismo modo, Arafat ya había acordado que el barrio judío y el Muro Occidental ("Muro de las Lamentaciones"), y quizás también el barrio armenio de Ciudad Vieja de Jerusalén, deberían estar bajo la soberanía israelí, obteniendo los palestinos los barrios musulmanes y cristianos. Nada nuevo aquí por lo tanto.

Pero en 2000-2001 Arafat se resistió a las dos temas - y hasta donde yo sé, tampoco han sido concedidos por los jefes actuales de la Autoridad Palestina y la OLP - : la soberanía exclusiva palestina sobre la esquina sureste de la Ciudad Vieja, es decir, el Monte del Templo o Haram ash-Sharif, y el "derecho de retorno" de los refugiados palestinos, es decir, de aquellos palestinos aún vivos que protagonizaron el éxodo tras la Guerra de 1948, y de sus hijos, nietos y bisnietos, a los que se les "debería permitir" regresar a las zonas de Israel pre-1967.

Ambos temas son cruciales, uno de manera simbólica, el otro de manera muy concreta. Arafat, con sus ayudantes a remolque, siempre negó que hubieran existido templos judíos en el Monte del Templo, de ahí no faltaba nada para deducir que no existía ninguna conexión histórica entre los judíos y Jerusalén, y por extensión, entre los judíos y la tierra de Israel / Palestina. Sólo los árabes palestinos tenían un derecho histórico a ese territorio, a todo el país.

Y hablando del hecho concreto, insistió en el "derecho de retorno" de los refugiados y su aplicación efectiva, lo que significaba que entre 4,7 millones (la cifra de las Naciones Unidas) y 6 millones (la cifra OLP) de "refugiados" (con hijos, nietos, bisnietos, etcétera) inundarían el territorio de Israel y se instalarían en sus antiguas casas (que en gran manera ya no existirían). Teniendo en cuenta que Israel tiene hoy una población de 5,7 millones de judíos y 1,5 millones de ciudadanos árabe-israelíes (que en gran número se llaman la sí mismos "palestinos"), la invasión en masa de esos refugiados gracias al retorno significaría la transformación de Israel, que al instante pasaría a ser de un Estado judío a un Estado árabe. Ergo, no existiría Israel.

[N.P.: Una solución de dos estados que aniquilaría a uno de ellos cuando se hiciera efectiva dicha "solución", o sea, un auténtico suicidio. Una puntualización, la población judía de Israel es de 5.8 millones de judíos según las últimas estadísticas, pero además habría que incluir a esa población inmigrante rusa de origen judío que el Rabinato ahora mismo no reconoce como judía, y que se contabiliza en unas 150 mil personas más o menos. Es decir, la población judía, si exceptuamos la categorización del Rabinato, se acerca a los 6 millones de personas.

Por otro lado, dentro de la población árabe se suele incluir a la población árabe de Jerusalén Este, población que si se divide Jerusalén pasaría a formar parte del Estado palestino. Esa población actualmente es de 270 mil personas, las cuales en su mayoría habría que descontar. Si añadimos la posibilidad de intercambios territoriales donde vive mayoritariamente población árabe israelí, por ejemplo la propuesta mínima de Livni que afectaría solamente a unas cuantas ciudades fronterizas, la población árabe israelí restante se reduciría a 1,2 millón de personas (de ellos, más de 200 mil personas serían árabes cristianos, drusos, circasianos…).

Si tenemos en cuenta la población emigrante en Israel que no entraría dentro de las categorías judío-árabe (religiosos cristianos, africanos, filipinos, tailandeses, rumanos, etcétera...), cerca de 300 mil personas, la población árabe israelí representaría finalmente al 16% de la población, la judía algo más del 80%, y la emigrante cerca de un 4%]

En las negociaciones palestino-israelíes de 2008, los dirigentes palestinos, todos y cada uno de ellos, no fueron nada conciliadores sobre la cuestión de los refugiados. Sólo un retorno en masa les satisfacía (Israel hasta ahora ha sido bastante discreto y diplomático al no publicar los detalles exactos de las negociaciones de 2006-2008: Tal vez es hora de que Netanyahu o su antecesor, Ehud Olmert, quien condujo esas negociaciones, publiquen la oferta de Israel a la Autoridad Palestina, la cual al parecer fue de un 97% por ciento de Cisjordania, el 100% de la Franja de Gaza, y la mitad de Jerusalén (incluido el control conjunto sobre el Monte del Templo), que serviría como capital de los palestinos. Y por qué no, publicar también la respuesta de Abbas, que no reaccionó a la propuesta ni realizó alguna contrapropuesta, solamente se limitó a decir "no"),

El hecho de que Abbas y compañía (por no hablar de sus rivales islamistas, Hamas) se nieguen firmemente a renunciar al "derecho de retorno" en la negociación con Israel (y no importa lo que uno u otro haya dicho en algún momento en los debates internos palestinos) es la mejor indicación de que no tienen intención de hacer la paz con Israel (Otra señal es la constante negativa de Abbas a reconocer a Israel como "Estado judío").

Cuando Wikileaks o Al Jazeera (o Freedland) encuentren y publiquen el documento que demuestre que el liderazgo palestino ha aceptado la fórmula Clinton para resolver el problema de los refugiados, es decir, su asentamiento en el lugar en el que viven desde hace ya 60 años, mayoritariamente en los países árabes hermanos, o bien su "retorno" al futuro Estado palestino (Cisjordania y Gaza), o bien su instalación en nuevos lugares como Canadá, Australia..., y además de ello expresen su aceptación de Israel formal, oficial y definitivamente, reconociéndolo como lo que es, un Estado judío, entonces la paz entre Israel y los palestinos sería realizable en un corto plazo.

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Wednesday, January 26, 2011

Palestinian Papers - Los medias occidentales a cara descubierta


No podía faltar, Al-Jazeera es "sionista". Raro me parece que no hayan dicho aún que es una sucursal del Mossad.

La Oficina de Relaciones Exteriores británica, la BBC y la Europa liberal y progresista devastada ante las revelaciones sobre los asentamientos israelíes. The Guardian furioso ante el débil y cobarde liderazgo palestino - Robin Shepherd

Game over. No hay vuelta atrás. Un edificio entero construido sobre la demonización de Israel se ha convertido definitivamente en un montón de chatarra, y ya nunca podrá ser reciclado de nuevo [N.P.: que ingenuidad la de Robin Shepherd. Los edificios de la izquierda suelen convertirse rutinariamente en chatarra y sin embargo ahí están levantándose de nuevo, como únicas fuentes de verdad y de justicia]. Este es el mensaje sin concesiones que se extrae de las revelaciones sobre las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. Para horror de una intelectualidad política europea que se ha mantenido firme hasta el punto de desembocar en el fanatismo en lo que respecta a su oposición a los "asentamientos israelíes" en el este de Jerusalén, los dirigentes palestinos - ahora lo sabemos - aceptan desde hace tiempo la gran mayoría de esos asentamientos israelíes hasta considerar que sería legítimo que se convertirían en parte de Israel en cualquier acuerdo de paz razonable.

Esto es completamente devastador, ya que al mismo tiempo demuestra que desde la Oficina de Relaciones Exteriores británica a la BBC, desde la Comisión Europea y a las ONG apasionadamente anti-israelíes de la Unión Europea, todos ellos han venido adoptando una posición significativamente más inflexible en la cuestión de los "asentamientos" que los propios dirigentes palestinos, además de evidenciar que para el propio liderazgo palestino las llamadas "fronteras" de 1967 - el cliché de platino de prácticamente todos los críticos anti-israelíes - son irrelevantes para las perspectivas de una paz duradera.

En uno de sus más columnas mas resentidas desde hace años, The Guardian tiene un ataque de apoplejía no tanto con Israel, sino con una dirección palestina que efectivamente ha dañado gravemente y sin rodeos la credibilidad del propio mantra del Guardian sobre el Oriente Medio. Los dirigentes palestinos, clamaba el diario, han demostrado ser "débiles" y "cobardes". Sus concesiones llegaron hasta la "entrega de la tierra en la que los palestinos han vivido durante siglos". Y esas palabras parecían acercarse alarmantemente a la posición adoptada por Hamás, "La Autoridad Palestina puede continuar como un gestor, pero a partir de ahora mismo, su legitimidad como negociadores ha terminado para todos en la calle palestina". Esta es una manifestación de auténtico rencor.

El liderazgo palestino acepta lo que cualquier persona razonable hubiera sido capaz de aceptar durante décadas. Pero para Guardian se trata de unos cobardes perdedores (...)

Pero esto se pondrá peor. La única manera concebible de salir de esta decepción para la comunidad anti-israelí es darlo la vuelta y sostener - como ya están realizando diversos analistas y periodistas en la BBC - de que todo esto, lo que realmente nos muestra, es la extensión de la "intransigencia" de Israel: los palestinos ofrecen todas estas concesiones y aún así los israelíes dicen que no! Esta fue la línea adoptada por Paul Danahar, el jefe de la oficina de la BBC en el Oriente Medio, quien casualmente afirmó que, "Los israelíes groseramente rechazaron importantes concesiones". Menos mal que en la BBC nadie toma partido.

De manera tragicómica, no quieren abrir los ojos. Privada y moralmente, el liderazgo palestino parece contemplar que no hay nada ilegítimo o incluso especialmente problemático en la mayoría de los "asentamientos", (lo que bastantes observadores razonables en el Oriente Medio han estado diciendo durante años). Esto lo sabemos por propias pérdidas. Sin embargo, pública y políticamente no pueden vender tales concesiones a su propia gente. Esto lo sabemos porque están tratando de distanciarse de las filtraciones, y debido a que ellos mismos educan a su propio pueblo en un rechazo implacable que se extiende a la propia "moderada" Autoridad Palestina cuando glorifica a los terroristas suicidas y a otros terroristas dando sus nombres a calles y plazas.

Como es lógico y razonable, la respuesta de Israel es ver las "concesiones" por lo que realmente son: buenas intenciones en la medida en que pudieran ir adelante, pero imposibles de aplicar en la práctica. Aparte de la cuestión del control de Gaza por Hamas, los palestinos han estado jugando el mismo viejo juego de decir una cosa a una audiencia externa (negociadores israelíes, medios occidentales, etcétera) y otra cosa a la sociedad palestina. No son por lo tanto un socio creíble para la paz, y los israelíes no necesitan "rechazar groseramente esas importantes concesiones” para entender esto.


The Guardian se embrolla a si mismo - Melanie Phillips - Spectator
(…)

Mucho más importante, ¿acaso resulta probable que los palestinos hayan ofrecido aceptar la "asentamientos" como un hecho consumado e incluso renuncien a casi todas sus reclamaciones sobre Jerusalén para vivir en paz junto a Israel? Después de todo, ellos siempre insisten en que los asentamientos son el gran obstáculo para continuar las negociaciones, que Jerusalén es su capital y que nunca, jamás, podrán aceptar a Israel como estado judío. Y dado que se parece tanto a lo que Israel ofrecía bajo el Primer Ministro Ehud Olmert, ¿cómo puede ser que esta oferta palestina con tanta concordancia con la de Olmert no diera lugar a un acuerdo?

Y aquí está la clave de todo esto. Lo que me sugiere a mí todo esto es que se ha invertido este escenario (el ofertante). La oferta era la de Olmert a Abbas, al igual que el intercambio de territorios y la división de Jerusalén. La oferta realizada en secreto y rechazada por los palestinos era la del primer ministro israelí. Por ejemplo, el diario Los Angeles Times la resumió así:
"Al-Jazeera dice que los documentos también revelan que los palestinos estaban dispuestos a dividir la Ciudad Vieja, limitar el retorno de los refugiados palestinos a 100.000 personas y reconocer a Israel como un estado judío"
Voila, esa fue, más o menos, la posición israelí (la esbozada por Ehud Olmert en 2008).

Ahora bien, la inversión de la realidad para que la atribución de las actitudes o el comportamiento real se achaquen a la otra parte es una típica variante islámica de las permitidas por la práctica religiosa de la taqiyya (un mandato que permite mentir o falsear para ayudar a la causa del Islam). El mundo islámico constantemente la utiliza en contra de Israel y los judíos, por ejemplo, negando el Holocausto mientras se afirma que Israel está perpetrando un holocausto o un genocidio en Gaza, o solicitando un "derecho de retorno" imitando la Ley de Retorno de Israel. ¿Acaso no resulta una extraña coincidencia que los supuestos ofrecimientos palestinos que mencionan esos papeles se parezcan tanto a las concesiones ofrecidas por Ehud Olmert?

Hay una persona que no encuentra extrañas estas "coincidencias". Es alguien como el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas. Según informa la BBC en su página web:
"Abbas, quien tiene previsto celebrar conversaciones sobre el proceso de paz este lunes con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, dijo que las negociaciones habían sido llevadas a cabo abiertamente, y que sus amigos los líderes árabes estaban al tanto de su contenido. "Lo que se pretende crear (con los Palestinian Papers) es confusión. Lo que se ha presentado ayer como proposiciones palestinas son israelíes..., por lo tanto ha existido intencionalidad (de equivocar y dañar)", dijo en El Cairo en declaraciones citadas por Reuters
Más ejemplos. El jefe negociador palestino, Saeb Erekat, quien es citado en estos documentos como diciendo que "hemos ofrecido la mayor Yerushalayim [Jerusalén en hebreo] de la historia judía", dijo más tarde a Al-Jazeera:
"En varias ocasiones he dicho en Al-Jazeera que nosotros, la Autoridad Palestina, nunca renunciaremos a ninguno de nuestros derechos. Si hubiéramos ofrecido realmente a Israel los barrios judío y armenio de Jerusalén Este y la Yerushalayim más grande ofrecida tal como se dice, entonces ¿por qué Israel no firmó un acuerdo sobre el estatuto final?", se preguntó. “¿No resulta extraño que nosotros hubiéramos ofrecido todas esas concesiones que Israel nos exige y sin embargo aún no exista un acuerdo de paz?

Palestinian Papers: Un 99% de autobombo publicitario y un 1% de noticias - Noah Pollak - Commentary

Ustedes no esperarían otras cosa de Al-Jazeera y del diario británico The Guardián sino que estiraran al máximo los "Palestinian Papers", esas transcripciones filtradas recientemente sobre las negociaciones entre palestinos, israelíes y funcionarios americanos durante el gobierno de Bush. Y por lo que han obtenido, al día de hoy, se aprecian ciertos shock en algunos “expertos en política exterior”. De hecho, un editor de la revista Foreign Policy fue tan lejos como para declarar en Twitter que la "solución de dos Estados estaba muerta" como resultado de estas revelaciones.

Pero la realidad de estos supuestos documentos resulta ser muy aburrida. Sí, durante los meses cercanos a la cumbre de Annapolis en 2008 hubo negociaciones sobre esas cuestiones. Sí, estas negociaciones trataron de las fronteras, Jerusalén, los refugiados, la seguridad, y los asentamientos. Sí, las dos partes discutieron intercambios de territorio que permitieran a Israel conservar los grandes bloques de asentamientos. Sí, los palestinos reconocieron en privado que el barrio judío de Jerusalén no les sería entregado y que Israel no daría su consentimiento a ser inundado con millones de refugiados árabes. Sí, en privado los negociadores se trataron con amabilidad y respeto. No, las conversaciones no tuvieron éxito. ¿Esto es una noticia?

Sin embargo, los "Palestinian Papers" dejan en mal lugar a la actual líder de la oposición en Israel, Tzipi Livni, quien por aquel entonces, con el primer ministro Ehud Olmert, era la ministra de Asuntos Exteriores de Israel y uno de los dramatis personae de las negociaciones. La responsabilidad política de Livni resulta tan cuestionada que muchos israelíes temen que no sea lo suficientemente fuerte como para ser primera ministra. Ella tiene la tendencia a denigrar a su propio bando como forma de congraciarse con un público hostil. A día de hoy, las fuertes críticas que ha realizado a su propio país y a su gobierno antes audiencias extranjeras le han proporcionado bastante poco afecto en Israel (véase su reciente aparición con Christiane Amanpour en la cadena americana ABC). Parece que ella piensa que así gana puntos por su imparcialidad.

Los “Palestinian Papers" parecen mostrar que esa actitud también la repite en privado, ofreciendo connivencia con los palestinos para inventar pretextos para liberar a terroristas de la cárcel y desestimar la presencia de Israel en los Altos del Golán ("Les estamos dando el Golán - a los sirios -"). Estas indulgencias pueden fijarse en las mentes de los votantes en Israel y hacer que sea mucho más difícil para ella disipar los temores que suscita en caso de llegar al puesto de primer ministro.

Sin embargo, el mayor perdedor por lo que se refleja en los “Palestinian Papers" es alguien que ni siquiera estaba en la escena en ese momento, el Presidente Obama, quien optó por hacer de los asentamientos israelíes la pieza central del proceso de paz. Los documentos muestran que una de las escasas áreas en la que las partes parecían haber llegado cerca de un acuerdo fue en la aceptación de los canjes de territorios como una solución a la controversia de los asentamientos. Hoy, a instancias del propio Obama, los palestinos insisten en una congelación completa de la construcción en los asentamientos antes de comenzar las conversaciones - incluso en aquellas zonas que hace dos años se había acordado que pasaría de facto a formar parte de Israel. Con su actitud, Obama hizo dar marcha atrás al reloj en uno de los pocos puntos de consenso y de progreso entre ambas parte. El Jerusalem Post capta perfectamente lo absurdo de la situación:

Con la Autoridad Palestina convirtiendo en un incidente internacional todos los planes para la construcción en los barrios judíos de Jerusalén más allá de la Línea Verde, estos 1.600 documentos procedentes en su mayoría del propio equipo negociador palestino, nos muestran que en 2008 la Autoridad Palestina estaba dispuesta a reconocer el eventual control israelí sobre todos esos barrios con la excepción de Har Homa.

Pero achacárselo ahora a los palestinos es realmente injusto. Ellos no hicieron de la construcción en los barrios judíos en Jerusalén un "incidente internacional". La culpa es de Obama, quien ha criticado la construcción en esos barrios en varias ocasiones. No hay muchas noticias más en los “Palestinian Papers” para cualquier persona familiarizada con las negociaciones de Annapolis de la época. Sin embargo, sí proporcionan otro ejemplo de lo mal que ha manejado el el proceso de paz la administración Obama.


PD. Las cosas de los corresponsales del Global:

Por cierto, el último corresponsal del Global deja traslucir que sufre por las mismas heridas que sus antecesores. Tras criticar indirectamente a la Autoridad Palestina por el presunto contenido de lo publicado por Al-Jazeera, como la cabra tira al monte, se ve en la obligación de criticar a Israel, of course, y lo más increíble, a un Netanyahu que durante las negociaciones de 2008 no pintaba nada:
Pero también habrá daño para Israel. Los papeles de Palestina demuestran que Israel ha mentido cuando se ha escudado en la "falta de interlocutores" y que desde 1991 ha mantenido una posición maximalista: o se aceptan todas sus exigencias, o se vuelve al punto de partida. La posición de Benjamín Netanyahu no se refuerza por la filtración, sino al contrario.
Veamos alma cándida del Global, de qué sirven unos supuestos "verdaderos interlocutores" que a la hora de la verdad no sólo no informan a su pueblo del contenido de unas negociaciones sino que lo niegan. Me informa por favor cómo lograrían que su pueblo aceptara un acuerdo cuyo contenido de cara al público han estado negando repetidamente una y otra vez. ¿Acaso les gusta quedar con el trasero al aire y "donde dije digo, digo Diego".

¿Se refuerza acaso la posición de unos interlocutores palestinos que, en el mejor de los casos, están retomando las ideas de la proposición de Ehud Olmert de 2008, pero que luego, cuando "salen a la luz", las niegan fervorosamente? ¿Ese es un indicio de confianza, cuando todo queda por hacer para informar a su pueblo?

Me temo que es otra vertiente de esa idea tan occidental y políticamente correcta que afirma que las "víctimas" perennes de Occidente no cometen errores, y si lo hacen es culpa de Occidente (el "buen salvaje" siempre es inocente al no estar "contaminado" por la decadente civilización capitalista occidental, y algo de eso parece desprenderse de la falta de críticas y de esa especie de tutela y suficiencia paternalista que sobre sus hechos y acciones manifiestan las "bellas almas" de progreso). Ya sabemos que las "bellas almas" occidentales prefieren las revoluciones a distancia, con su "mando" dador de lecciones presto para ayudar a la configuración de los canales.

Marchando una de penitencia occidental políticamente correcta para el corresponsal del Global.

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La autodestrucción del Partido Laborista – Barry Rubin – Rubin Reports


Huyendo de Avoda

Estamos ante un momento crucial en la historia política israelí. El Partido Laborista, el fundador de la organización política del Estado, el que gobernó el país durante sus primeros 29 años y fue un miembro perenne de las coaliciones de gobierno, se ha dividido como un falafel cocido, es decir, muy desordenadamente.

El ministro de Defensa y líder del Partido Laborista, Ehud Barak, ha dividido al partido y, junto con otros cuatro miembros del parlamento, ha formado un nuevo partido, Atzmaout. De estos cuatro - el viceministro de Defensa Matan Vilnai; Einat Wilf, subsecretario del Ministerio de Industria, Comercio y Trabajo; Orit Noked y el ministro de Agricultura Shalom Simchon - sólo Vilnai, es una figura importante por su distinguida carrera militar. Así que el nuevo partido será visto como el partido personal de Barak.

Los otros ocho diputados restantes permanecerán en el Partido Laborista en la oposición. Son, por decir algo, un poco de todo. Isaac Herzog y Avishay Braverman representan a los más yuppies, al sector sofisticado del partido. Se ven a sí mismos como los salvadores de Partido Laborusta devolviéndole una orientación más socialista. De hecho, sin embargo, ellos mismos están alejados de la tradición del partido y no son necesariamente unos grandes políticos. Es otro ejemplo de esa extraña transformación de los partidos de la izquierda que ahora están orientados hacia la clase media-alta de la élite.

Además están emparejados con dos tipos totalmente diferentes de personas, Binyamin Ben-Eliezer y Amir Peretz, ambos líderes del partido en el pasado. Peretz, trató de girar al partido hacia a la izquierda sobre todo en las cuestiones sociales (él mismo fue un dirigente del principal sindicato de trabajadores) y estuvo cerca de convertirse en el hazmerreír en materia de seguridad (fue ministro de Defensa en la Segunda Guerra del Líbano).

Estas cuatro personas podrían contender por el liderazgo del partido y sufrir un considerable desgaste en el empeño. No es probable que ninguno de ellos surja como un político muy popular y ninguno de ellos - a pesar de la carrera militar de Ben-Eliezer - es creíble en materia de seguridad nacional.

El cuarteto restante lo componen Shelly Yachimovich, una periodista de izquierdas; Eitan Cabel, cuyo principal interés son las cuestiones culturales y ambientales; Daniel Ben-Simon, otro ex periodista, y Raleb Majadele, el primer árabe en tener un cargo ministerial, pero ninguno tiene nivel para sorprender a los votantes.

Mirando por encima esta lista de miembros del Partido Laborista en la Knesset, uno se sorprende del poco talento existente en comparación con el pasado.

Y aquí está la paradoja del Partido Laborista. La facción anti-Barak puede criticar que Barak actúa de manera demasiado parecida a la del Likud, pero los partidarios de Barak les pueden devolver la acusación fácilmente, y con un poco más de precisión, diciendo que no hay nada que distinga a sus rivales del Meretz, un partido situado en las proximidades de la extrema izquierda.

En resumen, el Partido Laborista es peor ahora de lo que era antes de la división, y esto podría representar el golpe final al partido como fuerza política de primer orden en Israel.

¿Pero por qué sucedió todo esto y qué significa? Para empezar, no se trata solamente de mantenerse en el gobierno o situarse en la oposición. Un montón de cuestiones han contribuido a esta explosión:
1.- Barak fue un mal líder. La gente ha estado hablando de esto durante una década. Siempre fue una persona con la que fue difícil llevarse bien. Como muchos ex generales que acaban en la política prefieren dar órdenes a construir coaliciones. La gente del partido ha sido muy infeliz durante mucho tiempo.

2.- El partido ha estado en serios problemas. Cuando el partido comenzaba el declive, todo el mundo culpaba a los demás y el cabreo estaba a la vista, los votos y los escaños iban disminuyendo. Los experimentos con otros líderes a parte de Barak fueron catastróficos, un izquierdista ingenuo, Amran Mitzna, y uno espectacularmente incompetente, Amir Peretz, para decirlo brevemente.

3.- Se ha asistido a un acalorado debate sobre donde debe posicionarse el partido estratégicamente. ¿Se trata de mantener el clientelismo y la estancia en el poder de algunos, formando parte del gobierno, o de reafirmarse en la oposición? En otras palabras, perder aún más votantes por aparecer como irrelevantes (en la oposición) o parecer un cliente del partido gobernante, el Likud

4.- Cómo posicionarse en términos de política. ¿Es cuestión de moverse hacia la izquierda, en la creencia de que ahora existe un vacío que rellenar en ese espacio? ¿O deben pegarse al consenso centrista, creyendo que es ahí lo que desea la nación?

5. – Las ambiciones individuales. Barak y los otros cuatro ministros quieren mantenerse en sus carteras. Herzog, Braverman, Ben-Eliezer y Peretz verse a si mismos como los líderes del partido. ¿Qué debe hacer ahora el Partido Laborista? Puede permanecer independiente y convertirse en un partido de tamaño medio o tratar de formar una gran coalición de la izquierda.
El problema con esta última estrategia es que la izquierda no tiene buenas alternativas en la actualidad debido en gran parte a que los palestinos y los sirios no "cooperan" con su deseo de hacer la paz. Esto significa que la plataforma de la izquierda hablar constantemente de lo mucho que desea una solución de dos Estados y ofrece continuamente más concesiones unilaterales.

Pero eso no es todo. El socio más probable, el Meretz, tiene solamente tres escaños y se ha estado moviendo aún más a la izquierda, acercándose al ámbito del Partido Comunista (post-sionista y partidario de un Estado de los ciudadanos, abandonando el carácter judío del Estado). Un partido de izquierdas unificado tendría suerte si recogiera un 10% de los votos, y es que lo más probable es que los votantes del Partido Laborista huirían hacía un centro-izquierda que ahora monopolizaría Kadima, hacia donde muchos ya han desertado.

¿Quién es el gran ganador? Paradójicamente, Bibi Netanyahu, el Primer Ministro. Aunque tiene menos apoyo numéricamente en el parlamento, aún tiene una cómoda mayoría. Barak depende totalmente de él. Por supuesto, Barak es un ganador en supervivencia, como era su intención.

El principal partido de la oposición, Kadima, podrían beneficiarse al recoger los votantes del Partido Laborista. Pero la líder de Kadima, Tsippi Livni, realmente es otro Barak, un líder impopular con muy pocas realizaciones como jefa de la oposición. Kadima tendrá su propia batalla por el liderazgo en el futuro. Un lector podría preguntarse, tras leer este artículo, si el único problema de importancia en la política israelí es la cuestión palestina. En absoluto, no estoy diciendo eso. La gente que se ha separado no está satisfecho con algunas de las políticas en temas nacionales y presupuestarios, aunque esos no sean los factores determinantes.

La cuestión principal no es la cuestión palestina, sino la lucha por el liderazgo y la cuestión de cuál debe ser la orientación en el futuro a fin de que el partido pueda sobrevivir (y aumente su relevancia). Barak estaba a favor de una orientación centrista para competir con Kadima; los que desean que gire hacia la izquierda creen que así recuperaría sus raíces históricas y a sus votantes tradicionales.

Uno podría sugerir que ambos están equivocados, sin duda en la actualidad. No existe una gran demanda electoral que exija una política de orientación izquierdista, pero también hoy en día les resultaría muy difícil competir por el centro con Kadima. Mi opinión es que la posición de Barak es la más correcta: que el Partido Laborista podría haberse mantenido a la espera de que estalle una crisis de liderazgo en Kadima y comience a dividirse, o bien que aumente el descontento con el mediocre liderazgo de Livni. En todo caso, el colapso del Partido Laborista ayudará a prolongar la vida de Kadima y tal vez del liderazgo de Livni.

Fuera de Israel no entienden que la política de Israel no funciona hoy en día en base de la ideología o de la personalidad de los líderes, sino que es la respuesta a un medio ambiente regional donde no existen alternativas realistas para su transformación (Al mismo tiempo, no hay temas candentes y urgentes a nivel político, social o económico).

Los israelíes han aprendido lecciones muy importantes durante el proceso de paz de la década de 1990. Descubrieron que los palestinos y Siria no estaban interesados en la paz, que los islamistas quieren borrar a Israel del mapa, y que los aliados occidentales no son necesariamente confiables. La fórmula de la izquierda, algo que incluso Barak llegó a entender, no funcionó. El optimismo a ultranza no es un sustituto para el realismo.

No hay absolutamente nada en el horizonte, a pesar de la gran cantidad de ilusiones desplegadas por los medios de comunicación y el establishment político occidental para cambiar eso. Por otra parte, el gobierno de Netanyahu ha realizado un buen trabajo a la hora de manejar esos asuntos, incluido el mantenimiento de unas buenas relaciones con la Administración Obama. Mientras tanto, la economía de Israel está haciéndolo muy bien.

Eso no quiere decir que no haya problemas. Pero no son graves problemas, ni las alternativas son tan obvias o atractivas, ni los otros candidatos al liderazgo tan atractivos como para provocar un cambio. Apuesten que Netanyahu ganará un nuevo mandato para el cargo, probablemente este año.

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Tuesday, January 25, 2011

La versión políticamente correcta de los Palestinian Papers


- Israel rechazó nuestras generosas proposiciones...
- Que por cierto, nosotros nunca propusimos


Gary Clemente - National Post

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Saturday, January 22, 2011

Colonos - Uriel Sinai - Getty Images for TIME


Kfat Adomim


Cowboy


Desalojados por el ejercito, las cuevas resultan un buen refugio


Retrato


Ritual


En el pequeño asentamiento de Chavat Gilad


Familia

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¿Tolerancia para Marine Le Pen? - Amiel Ungar - Haaretz


Titular irónico de la revista haciéndose eco de su presentación por la izquierda y la sociedad biempensante francesa

(No soy tan entusiasta como el autor de este artículo. Ciertos partidos procedentes de la extrema derecha europea no han dejado atras de manera tan obvia su antisemitismo cuasi fundador. Y el caso del FN es de los más significativos. Dentro de este partido perviven prejuicios antisemitas muy evidentes en algunas de sus corrientes (neo-paganos, partidarios de la revolución nacional, neo-tradicionalistas... y qué decir de su anterior patrón, Jean-Marie Le Pen), y en ciertos casos algunos de estos sectores de influencia han realizado alianzas y contactos con ciertos medios musulmanes antiglobalización o antisistema, siendo el antisemitismo uno de los pocos elementos unificadores.

El FN de hoy en día está aún muy alejado de la Alianza Nacional de Fini, el camino a emprender sólo está en sus comienzos
)

El congreso del Frente Nacional (FN), celebrado significativamente la semana pasada en Tours, entregó las riendas de la dirección del partido de Jean-Marie Le Pen a su hija Marina. Fue en Tours en el año 732 cuando Carlos Martel y su ejército de francos resultó victorioso y salvó a Europa Occidental de la conquista musulmana. También en Tours fue fundado el Partido Comunista francés en 1920. Estos dos acontecimientos históricos hay que recordarlos cuando valoremos la respuesta judía e israelí a Marine Le Pen.

El Islam no necesita enviar ejércitos a Europa: se puede bastar con las olas de inmigrantes que son denominados "pioneros" por el jeque Yusuf al-Qaradawi, la venerada autoridad islámica experta en la sharia musulmana. La preocupación por el impacto de la inmigración musulmana no puede seguir siendo barrida bajo una alfombra políticamente correcta, e inclusive, conjurada como mero racismo y xenofobia.

Es crucial distinguir la inmigración actual de la existente en otros ciclos anteriores. Las olas migratorias actuales no tienen nada en común con la inmigración existente entre las dos guerras, donde europeos del Este se dirigieron hacia el Oeste durante los años 1920 y 1930, alentados por una política oficial de reponer y renovar la población tras los millones de sacrificados durante la Primera Guerra Mundial, y en la que estos inmigrantes rompieron de manera efectiva sus vínculos con su madre patria. Hoy en día, las oleadas de inmigrantes musulmanes han demostrado ser inasimilables en un alto grado, ya que en esta época de rápidos transportes y de comunicaciones por Internet y por satélite se puede vivir virtual y simultáneamente - en ambos sentidos de la palabra - tanto en el país de origen como en el de acogida en Europa.

A pesar de las pretensiones del presidente francés, Nicolas Sarkozy, Francia ya no está en la edad de Richelieu o Napoleón, cuando se podría haber obligado a conformar un Islam afrancesado, como sucedió con la Iglesia y la comunidad judía, supeditado al Estado francés.

Fue el Gran Rabino de Gran Bretaña, el barón Sacks, quien señaló acertadamente que los musulmanes nunca han tenido la experiencia de ser o conformar una minoría religiosa. Además, el Islam suele manifestar bastante poco respeto por lo que percibe como una sociedad decadente y demasiado permisiva, y por lo tanto no ve ninguna razón para adoptarse con el objeto de convivir.

Estas crecientes comunidades musulmanas en la Europa occidental son las responsables del incremento del antisemitismo europeo, y de aterrorizar a los estudiantes judíos y a los partidarios de Israel en los campus universitarios. El reciente éxodo judío de Malmo, Suecia, junto con la advertencia formulada el mes pasado por el político holandés y ex eurócrata, Frits Bolkestein, afirmando que los judíos holandeses más identificables (religiosos) y prevenidos deberían huir de los Países Bajos, son unos heraldos de lo que vendrá. Después de todo, la intolerancia exhibida recientemente con los no musulmanes en Bagdad, Alejandría y Pakistán no se detiene cuando el Islam llega a Europa.

Idealmente, me gustaría que los judíos europeos emigraran a Israel. Pero deben hacerlo por su propia voluntad y no por la violenta presión de los musulmanes y la cobardía de la clase política europea. En este sentido, algunos podrían pensar que estaríamos de regreso a la época de 1930, cuando, en esencia, los partidos de la izquierda, incluidos los comunistas, ofrecían consuelo a los judíos y colocaban barreras contra el fascismo. Sería razonable por lo tanto, si pensaramos de esa manera, que los judios se tragaran sus dudas y dieran la bienvenida a sus benefactores de la izquierda.

Pero la verdad es que hoy en día la situación se ha invertido, la izquierda occidental prefiere dedicarse a apaciguar al Islam y la esperanza vendría actualmente desde el ámbito de la derecha. Si la nueva derecha puede endurecer la columna vertebral de la clase política europea y ayudar a proteger a las comunidades judías, debería ser alentada.

Fue Winston Churchill quien dijo una vez: "Si Hitler invadiera el infierno, me gustaría hacer al menos una referencia favorable al diablo en la Cámara de los Comunes". Por lo tanto, si Marine Le Pen es sincera acerca de una nueva relación con los judíos y con Israel (a pesar de que sus comentarios acerca de las políticas israelíes, en su entrevista en el Haarerz con Adar Primor, estaban más en sintonía con el pensamiento de la izquierda israelí que con el mío), sus proposiciones no deberían ser rechazadas de plano.

La Sra. Le Pen quiere modernizar su partido, por lo que se le debe conceder el mismo beneficio de la duda que el otorgado al eurocomunismo hace cinco décadas. Fue Francois Mitterrand quien afirmó que la única manera de superar la debilidad de la izquierda francesa radicaba en recuperar al Partido Comunista Francés. Si ese partido se sentía parte del sistema político se pondría de manifiesto su ubicación en un ghetto político ajeno a la sociedad, y aflojaría su sumisión a la Unión Soviética. Y en efecto, en 1981, incluso antes del colapso de la Unión Soviética, el Partido Comunista Francés se convirtió en parte de la coalición socialista.

Marine Le Pen no se conforma con jugar a ser un outsider político como su padre, ella quiere ser parte del sistema para que su partido pueda acceder y compartir el poder. Ella desea a pagar el precio y la forma será la evolución de su partido.

Este enfoque ha tenido un éxito fabuloso en Italia, donde Gianfranco Fini (el hombre que Yossi Sarid quería que Israel boicoteara en fecha ya tan tardía como 2003) tuvo éxito en la transformación de su partido neo-fascista en el partido de derechas post-fascista Alianza Nacional. Como ministro de Asuntos Exteriores, viceprimer ministro y presidente de la Asamblea, se ha convertido en uno de los amigos más confiables de Israel y de la comunidad judía italiana. Después de haber roto con Silvio Berlusconi, Fini fue incluso acusado por un colega de Berlusconi de "llevar una kipá" como muestra de su traición.

Es precisamente de los israelíes que se dicen liberales y progresistas, y que realizan un enorme ejercicio de gimnasia intelectual en sus esfuerzos por identificar y acreditar a los palestinos como moderados, a pesar de un historial que les traiciona, de los que se podría esperar un grado más o menos similar de indulgencia con esos partidos de la derecha europea.

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El ataque coordinado contra Ehud Barak es el más hipócrita y sediento de sangre en la historia política israelí - Israel Harel - Haaretz



Como líder resultó ser una decepción, y su estilo de vida no era el apropiado para un líder de un partido socialista. Por otra parte, no pudo lograr la paz. Entonces, ¿a qué viene todo este alboroto? Aceptó las críticas, abandonó la corona del liderazgo y salió de la fiesta cuando era una persona non grata. Uno podría esperar que sus oponentes respondieran a su salida con aplausos y suspiros de alivio, pero no con el llanto de unos huérfanos abandonados.

Después de todo, ahora que los herejes han dejado la casa, los puristas, y especialmente los leales (por ejemplo Amir Peretz, quien previamente lo abandonó para formar el partido One Nation, y recientemente, junto con Eitan Cabel, considera mudarse a Kadima), serán capaces de restaurar al Partido Laborista y devolverle a los días de gloria.

Es dudoso que Ehud Barak perpetrara realmente "la más sucia maniobra en la historia política israelí". Lo que sí es cierto, sin embargo, es que el ataque coordinado contra Ehud Barak es el más hipócrita y sediento de sangre en la historia política israelí. Casi no hay personajes públicos o académicos opuestos a Barak que no hayan sido invitados a criticarlo, a calumniarlo y a derramar su sangre. Esto se manifestó particularmente en la estación de radio que, como ministro de Defensa, aparentemente estaba bajo su responsabilidad, la Radio del Ejército.

"Esta ha sido la maniobra más sucia de la historia política de Israel", dijo la líder de la oposición, Tzipi Livni, de manera bastante descarada. Tzipi Livni formó parte del gobierno del Likud que tomó la decisión de hacer equivaler en última instancia el destino del asentamiento de Netzarim, en Gaza, con el de Tel Aviv. Pero poco después, el primer ministro Ariel Sharon decidió liquidar tanto Netzarim como las restantes comunidades de Gaza.

Para dotar de legitimidad a ese cambio radical de opinión, se celebró un referéndum entre los miembros del Likud y se comprometió a respetar su decisión. Sharon lo perdió, pero decidió seguir adelante con la liquidación de esos asentamientos. Para ello se escindió del Likud y - con el mismo ruidoso aplauso de los que ahora atacan a Barak por dividir al Partido Laborista - creó Kadima.

Livni se fue con él y se llevo su escaño en la Knesset, robándoselo a su propietario, el Likud, al igual que Orit Noked se lo está robando ahora al Partido Laborista. Y como recompensa por su lealtad a los valores básicos de la decencia moral, política y humana, Sharon convirtió a Livni en su ministra de Asuntos Exteriores.

La banda que abandonó el Partido Laborista y creó la nueva facción Atzmaut ha perpetrado una maniobra bastante apestosa. Pero sólo alguien que se opusiera a otras maniobras apestosas similares en el pasado - incluso cuando favorecieran sus objetivos -, tiene todo el derecho a utilizar ese término para describir lo sucedido la semana pasada.

Barak no tenía dudas, y ello se debía a que ese tipo de movimientos se han convertido en la norma dentro de la política israelí. El sello de aprobación a estas normas inaceptables le fue otorgado por los partidarios de otras maniobras apestosas (que favorecían sus propios intereses políticos), como por ejemplo la protagonizada por Shimon Peres en 1990, o la protagonizada por Yitzhak Rabin cuando compró los votos del Shas y de dos desertores del partido Tsomet con el fin de obtener una mayoría que apoyara el desastre de Oslo.

Pero sobre todo, la culpa recae en las diferentes instituciones públicas, incluido el sistema judicial, que apoyaron a Sharon cuando, como un toro asesino, corneó todas las normas a la vista. Los que entonces colaboraron y apoyaron la maniobra de Sharon, además de venderla como la acción de unos pocos hombres justos, son los que ahora mismo se precipitan sobre Barak como aves de presa, hasta el punto de negar su derecho a volver a servir como ministro de Defensa.

Fue la huida del sur del Líbano en el 2000, decretada por Barak y apoyada también por los que ahora tanto le reprueban, la que provocó la guerra de terror que comenzó algo más tarde ese mismo año, y fue allí donde Barak ya demostró que no era un estratega. En sus esfuerzos para poner fin a esa guerra sangrienta, nacida de su propio pecado, lo demostró una vez más. En su vacilación a la hora de poner en marcha la Operación Plomo Fundido en Gaza en el 2008 - y luego en su apresuramiento a la hora de acabar con ella antes de que el ejército derrocara a Hamas y rescatara a Gilad Shalit -, demostró por tercera vez que la leyenda sobre su poderío militar no tiene ningún fundamento real. Es por estos y por otros fallos estratégicos que el ex primer ministro israelí Ehud Olmert ha sacado recientemente a la luz, por los que Barak realmente no debería servir como ministro de Defensa.

Pero no desde luego por haberse desvinculado del Partido Laborista. Han existido decenas de divisiones similares, y todos ellas ganaron aplausos siempre y cuando tuvieran como objeto impulsar la agenda de la izquierda. Sólo cuando una división es responsable de ayudar a "la derecha" (aunque alguno podría decir que la derecha israelí ha dejado hace mucho tiempo de existir), o en otras palabras, de ayudar a Benjamin Netanyahu, se convierte de repente en una maniobra sucia y pestilente.

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Tres artículos tres, sobre el innombrable del que todo el mundo habla: Avigdor Lieberman



Los feinschmeckers (exquisitos) velan por ti, Israel - Yehuda Ben Meir - Haaretz

Puede que Lieberman no sea un racista o un fascista, pero es un demagogo, un populista y un divisor, y eso ya es bastante malo.

Los antiguos sabios judíos decían que uno podía ganar (o perder) todo un mundo en una hora. El ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman tenía una oportunidad de oro para ganar un mundo dentro de la arena política israelí. El hombre que dirigía un partido no demasiado importante fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores del Estado de Israel y así entró a formar parte de ese selecto grupo de los Moshe Sharett, Abba Eban, Moshe Dayan, Shimon Peres y Yitzhak Shamir.

Yo por mi parte considero que además de que a todos se les debe dar la oportunidad de desempeñar puestos de parecida responsabilidad, también es preciso que se les otorgue el crédito necesario para que demuestren su valía. Las personas no sólo deben beneficiarse de la presunción de inocencia, sino además de la presunción de estar capacitados para realizar su trabajo. Y así escribí una columna en este diario en el que afirmaba que "Lieberman no es ni un racista ni un fascista", aunque no estaba de acuerdo con sus formas y con muchas de sus posiciones.

Por desgracia, Lieberman ha demostrado que no era digno de ese crédito. No esperábamos de él que cambiara de opiniones, por contra sí esperábamos que se comportara de una manera responsable y propia de un estadista, acorde con la posición que ocupa, al igual que de otro de sus compañeros de partido, el ministro de seguridad pública. Algunos esperaban que el nombramiento de Lieberman para tan alto cargo, y con tanta responsabilidad, le transformara de un mero político en busca de votos en un líder de talla nacional. Cuanto más altas son las expectativas, más fuerte es la caída.

La primera metedura de pata de Lieberman fue su escandalosa aparición en la Asamblea General de Naciones Unidas. La persona que habla en nombre de Israel en la apertura de la Asamblea General – ya sea el primer ministro, el ministro de Asuntos Exteriores o el embajador adjunto - debe presentar las posiciones de su gobierno, no las suyas propias o de su partido. Lieberman humilló al Estado de Israel y lo presentó como un país debilitado y dividido (dentro de su propio gobierno).

La aparición de Lieberman ante la conferencia de los embajadores de Israel fue indigna. El ministro de Asuntos Exteriores tiene derecho a presentar unas posiciones que difieran de las de su primer ministro, a pesar de que esto no resulte deseable. Sin embargo, y en todo caso, el lugar idóneo para presentarlas sería una reunión de su partido, Yisrael Beiteinu, o un debate en la Knesset, cuando hable en nombre de su partido, y no desde luego en una reunión de embajadores de Israel, cuya función es regresar a sus destinos y presentar las posiciones de Israel con una voz unificada. El discurso de Lieberman ante ellos, denunciando las políticas del primer ministro de su propio gobierno, resultó vergonzoso.

Peor aún fue su “horror show” de la semana pasada, cuando acusó rotundamente a todos los grupos de derechos humanos de Israel de socavar al Estado y al IDF, además de complicidad con el terror (que extendió al propio Haaretz). De hecho, hay grupos en Israel que han cruzado las líneas rojas y superan lo que es permisible en un país democrático, y por ello deberían hacer cara al sistema legal establecido. Pero eso está muy lejos de una acusación genérica y excesiva que linda claramente con la incitación. Eso es realmente macartismo.

Lieberman puede que no sea racista ni fascista, pero es un demagogo y un populista, además de divisor, y por eso es tan nefasto.

A los miembros del Likud, a quien apodó feinschmeckers (exquisitos), les propongo que no se emocionen. El propósito del judaísmo es educar a los seres humanos para que sean personas que tiendan a la excelencia, y esa es también la esencia de la Torá cuyos "caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas son de paz (para el espíritu)".

Cuando todo estaba dicho y hecho, el pueblo estadounidense rechazó al senador McCarthy y lo envió a su casa caído en desgracia. Si Lieberman persiste en su camino, ese también será su destino.


Lieberman es bueno para Israel - Yoaz Hendel – Ynet

Avigdor Lieberman no será recordado en nuestros libros de historia como el mayor éxito diplomático que hayamos tenido por aquí. No hay controversias al respecto. Un ministro de Asuntos Exteriores efectivo se supone que es un mentiroso profesional, mientras que Lieberman tiene una tendencia populista a presentar la verdad desnuda, y precisamente donde no se debe hacer.

Por otro lado, hasta la llegada de Lieberman, el Estado de Israel intentó repetidamente el enfoque opuesto durante años y años, y eso tampoco funcionó. Los diplomáticos israelíes con su pulido inglés sonreían amablemente, incluso cuando la hipocresía internacional resultaba abrumadora. Los ministros de Exteriores parecían inclinar la cabeza en una especie de gesto judío típico de la díaspora cuando cualquier líder mediocre nos quería soltar su reprimenda.

En términos generales, hasta que llegó Lieberman se habló cortésmente pero no sucedió ni se consiguió nada.

Lieberman, el colono contundente con un pesado acento ruso, dice, de hecho, lo que todos saben y no se atreven a decir en voz alta. Y no estoy hablando solamente de las personas que le votaron, sino también de todos esos centristas e izquierdistas que hacen un esfuerzo extra para mantenerse alejados de su influencia, como si la verdad fuera contagiosa.

Lieberman se atrevió a decir ante la Asamblea General de la ONU que la paz con los palestinos no prevalecerá por aquí en los próximos años. Lieberman es el que criticó a Turquía para su elección de unir sus fuerzas al eje del terror islámico, y todo ello mientras funcionarios públicos israelíes realizaban declaraciones que más bien daban la impresión de que Ankara sólo es un amigo ligera y temporalmente confundido.

No debemos olvidar, por supuesto, la razón actual de los ataques contra Lieberman: su crítica pública de la contribución prestada por los grupos radicales de izquierda israelíes a la deslegitimación de Israel en el mundo.

Dejen de lado por un momento los ataques de los medios de comunicación, los llamamientos de los líderes de la izquierda, los decretos anti-Lieberman, y examinen durante unos segundos las palabras de Lieberman en función de su contenido. ¿Hay alguien en este país que tenga alguna duda de que lo que dice no está exento de razón? Yo no soy uno de los partidarios de Lieberman y no me gustan muchas de sus “cualidades y actitudes”. Su retórica es exagerada y las sospechas de corrupción que la policía ha presentado en su contra son elementos muy problemáticos. Sin embargo, a pesar de ello, no se puede negar la verdad cuando él la pone de manifiesto.

Cuanto más se escuchan las voces de la manada que gritan a coro que sus formas son fascistas, o cuanto más hombres de letras se enfrenten a cualquier propuesta que formule tildándola de macartismo, o bien cuanto más políticos se pongan de perfil o se alejen de él para evitar las críticas de los medios de comunicación, más se pone de manifiesto la necesidad de Lieberman como parte del discurso político en Israel.

Al igual que un estado democrático necesita de las actividades de organizaciones de izquierda que operen legalmente con el fin de descubrir las verdades desagradables, también necesitamos el modelo de Lieberman para que nos recuerde que, en ocasiones, el emperador va desnudo.


¿Quién debe temer a Lieberman? - Alexander Yakobson - Haaretz

Voy a aventurar una respuesta: al final del término de este gobierno, no habrá menos libertad en el Estado de Israel que existía al comienzo del mismo. Todos los proyectos de ley que buscan frenar la libertad de expresión no serán aprobados en última instancia, o sí lo serán pero en versiones que no violen la libertad de expresión, o serán interpretados por el sistema judicial de manera que no perjudiquen la libertad de expresión, o serán anulados por el Tribunal Supremo por contravenir la libertad de expresión.

Las organizaciones de izquierda van a seguir funcionando libremente. La comisión parlamentaria de investigación sobre la integración de los árabes en la administración pública, encabezada por el diputado árabe Ahmed Tibi, tiene más oportunidades de influir en la realidad sobre el terreno (aunque sea modestamente) que la comisión de investigación sobre las organizaciones izquierdistas de derechos humanos iniciada por Avigdor Lieberman.

Los representantes de los partidos árabes también servirán en la próxima Knesset. Ahmed Tibi podrá seguir diciendo que Israel es un Estado democrático de los judíos y un Estado judío para los árabes, y seguirá presidiendo lo más probablemente, como vicepresidente de la Knesset, las sesiones de este parlamento judío y democrático.
Eso no significa que el horror show de Yisrael Beiteinu no cause un daño real. El daño causado repercutirá, sin lugar a dudas, a la calidad de la vida pública y democrática de la cultura política de Israel. Muchas cosas malas pueden suceder en una sociedad, incluso aunque el sistema democrático y la libertad de expresión no se vean alterados. Daños diplomáticos sin duda los habrá, y ya se han producido. Pero el mayor daño lo sufrirá el Likud.

El objetivo político de Lieberman es, naturalmente, competir con el Likud y atraer a sus votantes. Lieberman no puede competir con el primer ministro Benjamin Netanyahu negándose a ceder territorio, y es que él mismo ha declarado su apoyo a un intercambio de territorios. Asimismo, no puede demostrar demasiados logros ante sus votantes rusos y seculares en lo que se refiere a asuntos de religión y de estado (conversiones, matrimonios laicos). Sólo puede escoger las disputas con los árabes y con la izquierda. Y eso siempre funciona.

Ante esta situación, los dirigentes del Likud pueden elegir entre dos posibilidades: la primera es dejarse arrastrar por Lieberman ante el temor de ser acusados de ser demasiado blandos con los árabes y los izquierdistas. Ese es el camino fácil de los políticos débiles. Dios no lo quiera que tengamos que pensar que nuestro primer ministro es un político débil. Si este es el ámbito de la competencia entre ambos partidos, y esta es la cuestión principal, la victoria de Lieberman está asegurada.

El Likud no tiene ninguna posibilidad de ser “más Lieberman” que el propio Lieberman. La única manera que tiene el Likud de afrontar con éxito esta competencia es atacar de manera abierta y decidida al líder de Yisrael Beiteinu y a su línea de acción. Si hay alguna cosa que aman y respetan los corazones de los votantes de la derecha, inclusive más que el interés nacional, es el orgullo nacional. Los líderes del Likud deben decirle a la opinión pública, y además es la pura verdad, que la libertad de expresión israelí es un asunto de orgullo nacional. Es la “alta tecnología” de la democracia israelí, ojala los restantes aspectos del gobierno y de la sociedad de Israel estuvieran al mismo nivel.

En Israel existe una verdadera libertad de expresión, y no hablamos del típico país occidental pacífico y sin amenazas externas (¿qué hay de tan especial antes esas ventajosas circunstancias?), sino de un país envuelto en un conflicto nacional largo, complejo y difícil, en el corazón del Oriente Medio, y en una sociedad donde la gran mayoría de las personas que lo habitan provienen de países no democráticos. Y ante esas circunstancias representa una de las mayores victorias de la libertad existentes.

La crítica limpia y justa debe ser aceptada. La libertad de crítica de que se goza aquí - también para las críticas injustas - es una fuente de orgullo. Es una pena echar a perder esa fuente de orgullo como consecuencia de los intentos de cerrar la boca a unos pocos. No obstante, y de todos modos, esos intentos pueden terminar en el fracaso y la desgracia.

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