Friday, January 25, 2019

Los judíos sefardíes / mizrahi demuestran cuán antisemita e intolerante es la "progresista" Voz Judía por la Paz - Elder of Ziyon



Dos artículos diferentes publicados en los últimos dos días son muy instructivos para señalar el racismo de la izquierda supuestamente "progresista".

Uno era de un grupo de organizaciones judías sefardíes y mizrahi que criticaba a la Voz Judía por la Paz (JVP) en su defensa de ser antisionista.

El JVP escribe:
El sionismo es y fue un movimiento liderado por asquenazis que combatieron, marginaron y discriminaron a los judíos de todo el Oriente Medio y África del Norte que denominaron mizrahim (los 'orientales').
En una respuesta mordaz, los grupos sefardíes mostraron cómo JVP era racista en su tergiversación de la experiencia sefardí:

Nosotros, las organizaciones y congregaciones que se enumeran a continuación, representamos a las comunidades judías mizrahi y sefardíes en países de todo el mundo, incluido Israel. Escribimos para expresar nuestra denuncia con el documento más reciente de la Voz judía para la Paz (JVP) sobre "Nuestro enfoque al sionismo", que señala, se apropia, revisa y miente explícitamente acerca de la historia y las experiencias de los judíos mizrahi y sefardíes para promover su hostil agenda anti-Israel. Como judíos mizrahi y sefardíes, rechazamos la manipulación del JVP de la experiencia de los judíos mizrahi y sefardíes como fuerza motriz de su antisionismo, y solicitamos que el JVP elimine todas las referencias a la historia de los judíos mizrahi y sefardíes en ese documento y en toda su literatura organizativa. Les pedimos que paren en sus intentos fallidos de representar a los judíos mizrahi y sefardíes, de cualquier manera.

La última declaración de JVP se basa en una eliminación de la voz mizrahi y de la historia y verdad sefardí y, en última instancia, promueve una agenda que es perjudicial para los judíos mizrahi y sefardíes. Debido a que no puede aceptar la simple verdad histórica de que la mayoría de los judíos mizrahi y sefardíes se identifican como sionistas, el JVP propaga una representación de los judíos mizrahi y sefardíes como meros peones sin ninguna agenda. Rechazamos este revisionismo, y lo condenamos por el orientalismo que demuestra y el racismo que representan.

Debido a que no encaja con las opiniones preconcebidas de sus autores sobre los judíos mizrahi y sefardíes, los autores del documento del JVP no hacen referencia a la importancia genuina y al papel comunitario del sionismo en las vidas de los judíos mizrahi y sefardíes. El sionismo es un principio incrustado en el aspecto religioso de nuestra fe, exigida en nuestra Biblia, cumplimentado por nuestros antepasados, en Jueces y Reyes, por nuestro Primer Templo y Segundo Templo. Ha sido el anhelo de los judíos a lo largo de más de 2,500 años de diáspora, desde la diáspora babilónica, la diáspora bizantina, la diáspora española, la diáspora europea y la diáspora del Oriente Medio y del norte de África. El establecimiento del Estado de Israel en las tierras del antiguo Israel es el cumplimiento de ese imperativo religioso. Además, el sionismo político formaba parte de la vida comunitaria judía en casi todos los países del Oriente Medio, como lo demuestran los numerosos clubes clandestinos del sionismo que existían en toda la región. Hoy en día, la mayoría de las comunidades mizrahi y sefardíes reside en Israel, y la gran mayoría de los judíos mizrahi y sefardíes, tanto en Israel como en la diáspora, se autoidentifican como sionistas. Al tratar de oscurecer esa realidad al servicio de sus propios y estrechos fines ideológicos extremistas, la declaración del JVP perpetúa una historia de exclusión racista en la que los judíos mizrahi y sefardíes son tergiversados.

El documento no puede reconocer y abordar el rampante antisemitismo, frecuentemente enmascarado bajo la bandera del antisionismo en el siglo XX. Bajo el mandato de la ley, un millón de judíos indígenas de Oriente Medio y África del Norte fueron perseguidos, desposeídos y finalmente huyeron o fueron limpiados étnicamente de los países en que vivían sus ancestros, en ciertos casos desde milenios. De ellos, 650,000 encontraron refugio en Israel, el lugar donde recuperaron la libertad, los derechos y un sentido de seguridad personal. Su documento no llega a comprender la terrible verdad de que el logro político más tangible del antisionismo en el siglo XX no fue establecer un estado palestino, sino engendrar la aniquilación de las comunidades judías mizrahi y sefardíes en todo el Oriente Medio. En tanto que organización antisionista (ahora reconocido públicamente) cuyos portavoces y líderes continúan siendo muy predominantemente occidentales y asquenazis, el JVP debería tener en cuenta la orientación antimizrahi y antisefardí profundamente arraigada dentro del movimiento antisionista.

Nosotros reconocemos la historia de la marginación mizrahi y sefardí en Israel, ya que muchas de las organizaciones abajo firmantes han estado a la vanguardia de los esfuerzos para superar esa historia y desmantelar las barreras discriminatorias. Sin embargo, la actual narrativa sobre la "discriminación mizrahi y sefardí" del JVP es una herramienta burda, anticuada y obsoleta sobre Israel. Muchas acusaciones de discriminación cultural hace tiempo que no se cumplen en el Israel del siglo XXI. La cultura mizrahi y sefardí son un elemento central de la sociedad israelí, y hoy en día los mizrahim han ocupado todos los cargos gubernamentales, excepto el primer ministro. Los matrimonios interétnicos judíos en Israel se están ejecutando en más del 25% y la familia mixta israelí se está convirtiendo rápidamente en la norma.

Pero lo más importante es que el JVP pasa por alto deliberadamente cómo, con la excepción de un puñado de académicos mizrahi izquierdistas y post-sionistas que apenas son representativos, la comunidad mizrahi y sefardí en Israel ha afirmado abrumadoramente sus demandas de igualdad como un cumplimiento, y no como una desviación, del ideal sionista. El hecho de que el JVP se apropie ahora de nuestra lucha como parte de una campaña política que la mayoría de los judíos mizrahi y sefardí rechazan, resulta profundamente irrespetuoso, pero tristemente predecible por parte de una organización cuyo interés por la comunidad mizrahi siempre se ha demostrado de carácter instrumental y transaccional. De hecho, hemos visto de primera mano cómo las prácticas de exclusión y aislamiento promovidas por el JVP, incluida la elevación oportunista de voces seleccionadas por tener puntos de vista ajenos a la corriente principal de los judíos mizrahi y sefardíes, y su respaldo al BDS y a los movimientos anti-normalización, solo intentan aislar a los activistas mizrahi y sefardíes de sus autñenticos aliados y de recursos en todo el mundo. En pocas palabras, en la lucha por la igualdad de los mizrahi, el JVP no ha sido y no será ahora un aliado, y la mayoría de las veces se ha alineado explícitamente con aquellos que nos han hecho daño. Condenamos su intento autocomplaciente y ahistórico de posicionarse como un amigos de la comunidad mizrahi incluso mientras continúan  borrando la presencia de las auténticas organizaciones de la comunidad judía mizrahi y sefardí.

La historia judía de los mizrahi y sefardíes se ha utilizado durante mucho tiempo como tema de conversación para esta o aquella agenda ideológica, y durante años el JVP ha estado entre los principales manipuladores. Su declaración sobre el sionismo es solo el último ejemplo de una larga historia de hostilidad condescendiente hacia los judíos mizrahi y sefardíes, y debe ser rechazada por cualquiera que se considere un aliado de las diversas voces de la comunidad judía.

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Monday, October 17, 2016

Gran artículo y un libro muy recomendable: Judíos contra sí mismos - Gabriel Schoenfeld - Mosaic



J Street es una organización que se describe como "pro-Israel" y pro-paz, y que se proclama "dedicada y comprometida con el futuro de Israel", sin embargo, como Edward Alexander observa en su importante nuevo libro, “J Street no pierde ninguna oportunidad para ennegrecer la reputación de Israel y muy pocas oportunidades para fomentar campañas para deslegitimarlo".

Y J Street no está sola. Otras organizaciones judías similares, algunas de ellas sin las pretensiones de J Street de un pretendido compromiso sionista, han estado proliferando en los últimos años, tanto en los Estados Unidos como en el extranjero. En los Estados Unidos, se incluyen entre otras, Judíos por la justicia para los palestinos, Jewish Voice for Peace, Judíos contra la ocupación, Judíos por una Palestina Libre, Judíos por la justicia en el Oriente Medio, y una multitud de ramas y vástagos locales

En “Judíos contra sí mismos”, Alexander se ocupa de este curioso y perturbador fenómeno que da el título a su libro. Un profesor emérito de la Universidad de Washington, Alexander es un estudioso distinguido de la literatura americana e inglesa y un ensayista cuya erudición está ornamentada con un ingenio chispeante. Entre sus libros de gran prestigio están: “La idea judía y sus enemigos” (1988), un examen de los diversos hilos del liberalismo intelectual, del racionalismo y del relativismo que, tras la Ilustración, han estado durante mucho tiempo en tensión, o en oposición directa, con los principios centrales de la tradición judía.

En “Judíos contra sí mismos”, Alexander se involucra en un proyecto que está relacionado, pero que implica girar sobre una roca. Su investigación examina el tema de la desfiguración crítica de unos judíos que difaman a su propio pueblo. A través de los siglos, escribe Alexander, “ha existido una interacción fructífera" entre los apóstatas judíos y los antisemitas del mundo, existiendo una contribución judía distintiva a "la política y la ideología del antisemitismo" en sí mismo.

El patrón se repite con una extraña persistencia. En el siglo XIII, Nicholas Donin, en París, abandonó el judaísmo para abrazar la orden franciscana, y su primer acto fue ayudar a dirigir a los cruzados en contra de sus correligionarios judíos franceses, pereciendo miles como resultado de ello. A raíz del testimonio de Donin contra el Talmud en la llamada Disputa de París (1240), los judíos de Francia fueron obligados, bajo pena de muerte, a entregar sus sagrados volúmenes rabínicos a las llamas. Más tarde, en ese mismo siglo, el apóstata Pablo Christiani convenció al rey Luis IX de obligar a sus antiguos hermanos, por decreto papal, a llevar una insignia que les identificara. En los albores del siglo XV, otro apóstata, Johannes Pfefferkorn, se dio a conocer con la predicación del mensaje de que "quién ataca a los judíos, realiza la voluntad de Dios, y quien busca su beneficio (el de los judíos) incurrirá en su condenación".  Aflicciones terribles siguieron a esta requisitoria.

Pero el principal foco de Alexander en “Judíos contra sí mismos” es la época moderna, comenzando con el siglo XIX. En esa coyuntura, la ruta de la traición a través de las estaciones de la cruz (la conversión religiosa) fue suplantada por la ruta más fácil, pero aun así espinosa, de la asimilación. Alexander nos proporciona el ejemplo de Karl Marx. Nació judío, fue bautizado a la edad de seis años en la iglesia luterana y luego fue ateo militante por convicción, sin embargo fue considerado despectivamente por muchos como "el judío Marx", desencadenando la furia del revolucionario ante todo contra sus antiguos parientes, sobre todo si llegaban a ser sus rivales políticos o intelectuales. Para Marx, el socialdemócrata  E. Bernstein era "el pequeño judío Bernstein",  el socialista Fernando Lassalle era "un descendiente de los negros que se adhirieron a la marcha de Moisés de Egipto (suponiendo que su madre o su abuela, por el lado paterno, no se hubieran cruzado con un negro)", y los judíos polacos, que decía que se “multiplicaban como piojos”, eran la "más sucia de todas las razas".

En el siglo XX, y especialmente en el actual, el autorechazo de los apóstatas judíos con respecto al de épocas previas dio un giro novedoso. Incluso aunque conservan su marca de rechazo hacia los judíos, es realmente el Estado de Israel el que con más frecuencia sirve como conveniente sustituto, y a menudo lo hacen agitando la bandera del judaísmo o de los propios "valores judíos”. Alexander cita el resumen conciso de Cynthia Ozick de ese tipo de fenómeno: mientras que "los Nicholas Donin y los Pablo Christianis del pasado abandonaban sus lazos judíos e incluso los subvertían... los Nicholas Donins y Pablo Christianis de nuestro propio tiempo corren a abrazar sus supuestos lazos judíos, incluso a medida que los mancillan y denigran".

Gran parte de "Judíos contra si mismos" es una excursión a través de las diversas formas de esa inversión histórica que identificada por Ozick se ha desarrollado en nuestro propio tiempo. Por lo tanto, "sionistas contra Israel" es el irónico oxímoron que Alexander emplea para describir a esos judíos que proclaman su amor por Israel, incluso a medida que se dedican a calumniarlo. Uno de sus objetivos es Peter Beinart, apodado por un acólito "el alma de J Street" y autor de "La crisis del sionismo", donde sostenía que el peor (y casi único) enemigo de Israel era él mismo. "Beinart se llama a sí mismo un sionista, pero uno 'democrático' ", escribe Alexander, con este último término dándole la licencia de fustigar a Israel a cada paso. Por ejemplo, pese a que Israel se retiró de Gaza en 2005, el desarraigo de sus propios ciudadanos provocó un trauma nacional y grandes gastos, Beinart insiste en que sigue siendo un territorio "ocupado" porque Israel mantiene un "bloqueo" marítimo.

Alexander es mordaz:
Posiblemente puede que Beinart no sea consciente que Hamas, que va a la guerra contra Israel cada dos o tres años, no lo hace porque 'resiste' a una ocupación inexistente, o porque espera un triunfo militar disparando miles de cohetes contra los civiles israelíes. Más bien, va a la guerra porque sabe que un contraataque israelí para detener los cohetes y destruir los túneles, inevitablemente provocará la muertes de árabes civiles y su subsiguiente victoria propagandística proporcionada por esos mismos liberales y progresistas (especialmente los judíos), para quien todas las barbaridades palestinas son prueba de la mala fe de Israel.
Alexander también dedica varios capítulos al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) que ha señalado a Israel, entre todos los países del mundo, como el único que merece la expulsión de la familia de las naciones. Algunos de los judíos que encabezan este movimiento de boicot con asombrosa fidelidad, escribe Alexander, "tienen todos los adornos exteriores de la apostasía medieval". Por ejemplo, Marc Ellis, un fiel seguidor y propagandista académico del BDS,y anteriormente un director de Estudios judíos en la Universidad de Baylor, reconoció orgullosamente durante un Yom Kippur no arrepentirse de sus propias transgresiones a la santidad de una sinagoga, al "confesar públicamente los pecados de (los otros) judíos contra los árabes palestinos" frente a una audiencia cristiana

El apóstata judío de la Edad Media, escribe Alexander, fue especialmente útil para su nueva iglesia si este renegado conocía y podía leer los textos judíos, o si él mismo había sido un practicante de lo que los cristianos estimaban la traición judía, y por lo tanto conocía al mundo judío desde el interior. Por otra parte, según la ley judía (Halajá), todavía era un judío a pesar de haber renunciado a su antigua lealtad e identidad, y así atrajo una notable autenticidad y fiabilidad a sus revelaciones difamatorias contra los judíos.

Los judíos apóstatas de nuestra época moderna, con diversos grados de realización y de identificación judía, juegan un papel análogo con Israel, el judío entre las naciones. Para los que odian a Israel y que son numerosos en el mundo musulmán, en Europa y en los recintos académicos occidentales y de los Estados Unidos, los Marc Ellis, los Noam Chomsky, las Judith Butler, los Glenn Greenwalds y otros como ellos son los "buenos judíos", aquellos cuyas palabras y escritos son las "pruebas" que demuestran las afirmaciones más fantásticas sobre un satánico Israel: "Tel Aviv" (según Richard Falk) estaba detrás del atentado del maratón de Boston; Israel (de acuerdo con Norman Finkelstein) ha realizado experimentos médicos al estilo de Mengele con los prisioneros palestinos; "Israel (según Philip Weiss) es una mancha en la civilización", cuya existencia misma es un acto de agresión y un cáncer que debe ser extirpado de la faz de la tierra.

¿Cómo se explica toda esta patología? Uno puede entender el impulso que llevó a algunos judíos a abandonar la fe de sus padres en el mundo medieval, esos judíos que se enfrentaron en muchos casos a la demanda de convertirse bajo la amenaza de la espada. El milagro es cuántos judíos se mantuvieron firmes, y cuán pocos de aquellos que optaron por el bautismo ante las amenazas de muerte pasaron luego a traicionar a sus antiguos parientes. Sin embargo, la apostasía moderna con traición incluida, y sin amenazas de por medio, es más un misterio.

Alexander no tiene ninguna explicación única para ella, y por una buena razón: no hay una única explicación, aunque fugaces pistas aparecen entre la niebla de la psicología humana individual. Aquí y allá, somos capaces de obtener una visión de la naturaleza del trastorno. Karl Marx ofrece una. "El autodesprecio", escribió en su juventud, "es una serpiente que muerde constantemente en tu seno. Te chupa la sangre del corazón y lo mezcla con el veneno del odio y de la desesperación". Estas reveladoras palabras, como señala Alexander, "prefiguran el propio destino psíquico [de Marx]".

Una figura mucho menor dentro de la historia del pensamiento occidental, el fallecido profesor de historia de la Universidad de Nueva York, Tony Judt, nos ofrece una visión desde otra dirección. Poco antes de su muerte en el 2010, Judt había llamado magistralmente en el New York Review of Books a la disolución del Estado judío, como si su desaparición no afectara en ningún momento a los millones de judíos que vivían, respiraban y habitaban en esa tierra. "Hoy en día", escribió Judt en la justificación de su propuesta, “los judíos no israelíes se sienten ahora más expuestos a las críticas y más vulnerables al ataque por cosas que no han hecho... El comportamiento del autodesignado Estado judío afecta a la forma en que todo el mundo mira a los judíos”.

Esta es una apostasía que no está arraigada en un temor a la muerte por apuñalamiento, disparos o violencia, sino el temor y la angustia ante un posible ostracismo social en el medio social e ideológico donde uno se mueve, la agonía ante una posible torpeza en una cena o en una sala de profesores que desate las miradas o las palabras de desaprobación.

Alexander comenta mordazmente: "Judt no vio nada 'desproporcionado' en recomendar el politicidio de Israel - la destrucción de Israel - como cura para su propia inseguridad", o bien como podríamos añadir, “en apoyo de su autoestima”.

Después de leer el capítulo tras capítulo del libro de Alexander, uno siente que este libro nos enfrenta a una mezcla de alarma y repulsión. Vivimos en una era en la que los supervivientes de la catástrofe más grande que jamás ha afectado al pueblo judío siguen aún viviendo entre nosotros, sin embargo, un pequeño pero influyente grupo de judíos, sobre todo del mundo occidental, imitan la despreciable conducta de un pequeño número de sus antepasados, ambos fortaleciendo las intenciones de los más virulentos antisemitas, incluyendo a genocidas. El odio a los judíos es una larga historia que nos sugiere un carácter infeccioso. Por las pruebas recopiladas aquí, el virus ha encontrado unos huéspedes judíos muy dispuestos a recibirlo, y algunos de ellos puede que sean de los primeros a los que destruirá.

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Monday, August 15, 2016

El hackeo de documentos de la fundación principal de George Soros demuestra como ha contribuido con millones de dolares a las causas anti-Israel - Jewish Press


El magnate judío-húngaro-estadounidense George Soros, cuyos archivos de su empresa George Soros’s Open Society Foundation fueron hackeados por el mismo equipo que en junio hackeó los ordenadores de la DNC, es un importante contribuyente a las causas antisionistas y anti-Israel, tal como se desprende de un archivo de documentos filtrados por DC Leaks.

Soros, uno de las 30 personas más ricas del mundo, es conocido como "El hombre que rompió el Banco de Inglaterra" en 1992 con su venta a la corta de 10 mil millones en libras esterlinas, lo que lo permitió una ganancia de mil millones de dólares, produciendo un miércoles negro para la moneda británica, tiene un lugar especial en su corazón para los grupos que luchan contra Israel y los israelíes en múltiples niveles.

La lista de grupos hostiles al sionismo y al Estado judío que recibieron fondos de Soros es muy larga:

Adalah - El Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes en Israel, recibió una subvención de 400.000$ en 2014-15 y 14 subvenciones adicionales desde el año 2001 por un total de 2.688.561$. El documento recientemente publicada bajo la bandera del Movement for Black Lives, donde se etiquetaba a Israel como un "estado de apartheid" y le acusaba de cometer "genocidio" contra los árabes, es la obra de Nadia Ben-Youssef, la representante en los Estados Unidos de Adalah, que en la lista del documento figura como "autora y colaboradora".

Por cierto, de acuerdo con NGO Monitor, la promoción del BDS por parte Adalah ataca directamente las políticas establecidas por otro de sus grandes patrocinadores, la macro ONG de la izquierda New Israel Fund (NIF). La posición de NIF sobre el BDS afirma que "no va a financiar actividades globales del BDS contra Israel, ni apoyar a las organizaciones que tengan programas globales de BDS". Sin embargo, en el periodo que va de 2008-2015 el NIF donó 1.975.826$ a Adalah.

Y he aquí que el NIF también aparece como receptor de fondos por parte de Soros, en total 9 donaciones por un total 837.500$  desde el año 2009. Una de estas subvenciones, por 60.000$ , fue otorgada en el 2015 a la Herman Schwartz Human Rights Law Fellowship, para "fortalecer la capacidades de los jóvenes profesionales palestinos en derecho legal para la realización de licenciaturas en derechos humanos en los EEUU, junto con oportunidades de pasantias en Israel".

Hablando de Tikkun Olam...

La lista de grupos árabes que operan con los fondos de Soros suma y sigue, y vamos a enumar las dudosas conexiones de uno de los jugadores más nefastos en la escena financiera mundial y una serie de grupos cuyo objetivo final, en buena parte de los casos (no del Molad, por ejemplo) es eliminar el sionismo y el carácter judío de Israel. Las organizaciones que figuran en el documento que Jewish Press ha examinado recibieron un total de 9.591.801$  de las fundaciones de Soros entre 2001 y 2015:

Adalah, NIF, Women against Violence, I’lam, Media Center for Arab Palestinians in Israel, Mada al-Carmel, Kayan-Feminist Organization, Mossawa Center, Molad, The Galilee Society, Al-Tufula Center, Ma’an, Injaz, Sidreh, Lakiya, Baladna, Arab Association for Human Rights, National Committee of Heads of Arab Local Authorities in Israel, PILI Foundation.

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Sunday, August 07, 2016

La inexorable decadencia del petulante judaísmo liberal americano: Cuando el tema es "Israel" y no los israelíes - Haviv Rettig Gur - Times of Israel



No todos los días uno lee una intolerante diatriba contra una gran parte de la comunidad judía de quien se describe a si misma como una "historiadora judía americana" y en las páginas de un periódico israelí.

Pero ahí está.

La historiadora Hasia Diner utilizó al Haaretz [N.P.: una elección nada inocente y casual] para revelar su momento de epifanía cuasi religiosa que finalmente le llevó a abandonar el sionismo y, al parecer, comenzó a culpar a los judíos por la destrucción de milenarias comunidades judías que fueron exterminados en el siglo XX.

"La muerte de un gran número de comunidades judías, como resultado de la actividad sionista, ha empobrecido al pueblo judío, robándonos muchas de estas culturas que han caído en las fauces de la homogeneización de Israel", escribe esta eminente historiadora.

Sí, han leído bien. Fueron los judíos sionistas, no los árabes o los europeos en el siglo XX, quienes son los responsables de la destrucción de la vida y de la historia judía a través de tres continentes. Si Israel no existiera, las antiguas comunidades judías de Bagdad, Salónica y Varsovia presumiblemente ahora florecerían en plena felicidad.

Esta profesora de la Universidad de Nueva York de historia judía estadounidense sigue con su diatriba: "El ideal de un estado neutral en lo religioso funcionó sorprendentemente bien para los millones de judíos que llegaron a América".

En efecto. Pero lo que es indescriptiblemente trágico, y de lo que ella no comenta nada, es que cuando millones de judíos europeos necesitaron un refugio para sobrevivir a su aniquilación, las puertas de esos maravillosos Estados Unidos estuvieran selladas.

Por cierto, si usted está lamentando la "fauces de la homogeneización de Israel" que se supone que entonó el toque de difuntos de la diversidad judía, parece extraño que a continuación celebre a la comunidad judía estadounidense en la frase siguiente. Resulta que me encanta la comunidad judía estadounidense, pero no creo que se pueda decir de ella que posee un alto grado de diversidad, es  más, si usted busca una elevada manifestación de las diversas culturas judías las encontrará en Israel, no en América, Por lo tanto, si lo que le interesa es la diversidad se equivoca de país y de escenario.

De hecho, Israel fue construido en gran medida por refugiados de diferentes culturas y orígenes y por sus descendientes. Es completamente legítimo quejarse de la cultura israelí o de la política de Israel. Pero se trata simplemente de un estúpido prejuicio quejarse de la existencia de una comunidad judía, la israelí, que, literalmente no tenía otro lugar a donde ir. Los primeros sionistas no adquirieron su derecho en debates intelectuales, sino por la destrucción de las opciones restantes. Fueron los nazis, no los sionistas, los que terminaron con la Ilustración judía alemana. Fueron los iraquíes, no los sionistas, quienes provocaron la huida de casi toda la población judía judío de Bagdad.

La idea de que el sionismo puede ahora ser cuestionado, y comentar que esas millones de personas, que no tenían otro lugar a donde ir en ese siglo repleto de genocidios y expulsiones, deberían haberse dirigido a otro lugar, no es una visión que cualquier historiador serio pueda sostener.

Incluso Mahmud Abbas, no demasiado famoso por sus inclinaciones sionistas, posee al menos cierta integridad intelectual al quejarse de esos estados hermanos árabes que maltrataron a sus judíos hasta el punto de que los judíos árabes tuvieron que huir a los brazos de los sionistas.

El Haaretz se enorgullece de realizar una “crítica valiente” de la sociedad israelí. En este caso, [N.P.: que desde luego no es el único, sino más bien lo habitual], puede haber perdido de vista la distinción entre la crítica y la intolerancia. Ahora el Haaretz parece dispuesto a publicar histéricos reproches ahistóricos por parte de académicos ignorantes y privilegiados, que no pueden ver más allá de la bruma de sus propias emociones morales frente a la dura experiencia humana de millones de personas a las que insisten en tratar como figuras de dibujos animados en alguna especie de torneo imaginario de moralidad.

Las naciones no pierden su derecho a existir cuando se equivocan. El argumento de que los crímenes o injusticias israelíes nos descalifican a los millones de judíos de habla hebrea de nuestro derecho a ser, o a ser nosotros mismos, sería considerado una idea genocida si se formulara contra otro pueblo [N.P.: y sin duda el Haaretz no permitiría su publicación]

Hablamos pues de prejuicios, un ejemplo casi perfecto de ceguera y de deshumanización que proviene de unos privilegiados.

Diré irónicamente que no estoy seguro de que “el sionismo pueda sobrevivir a la deserción de tan profundos y eminentes pensadores” como éstos. Sólo puedo esperar que de alguna manera encontremos la fuerza para “recuperarnos de este golpe” y seguir existiendo.

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Friday, August 05, 2016

Los nuevos apóstatas judíos - Edward Alexander y Paul Bogdanor - Algemeiner



El 1 de agosto, la profesora Hasia Diner, de la New York University, y la profesora Marjorie Feld, de la Babson College de Massachusetts, salieron a las páginas de Ha'aretz para denunciar al único estado judío del mundo por ser racista, colonialista, reaccionario y agresivo, y - por encima de todo esto -, por ser judío. La difamación de Israel ha sido durante mucho tiempo la razón de ser de este periódico. "Cuando se trata de difamar a  judíos", dice un personaje de Philip Roth en "Operación Shylock" , "los palestinos son pisherkes [yidish] de poca monta si lo comparamos con el Ha'aretz".

El 2 de agosto, la misma publicación (tal vez como resultado de algunas discrepancias internas) publicó una poderosa refutación del historiador Jonathan Sarna de la universidad de Brandeis. Jeffrey Goldberg, de Atlantic Monthly, declaró en twitter que estaba "preparado para dejar (de leer) el Ha'aretz". Más tarde, agregó: "cuando los neonazis te envían correos electrónicos con enlaces a un artículo del Ha'aretz que declara que Israel es el mal, pienso que ha llegado la hora de tomarse un descanso y dejar de leerlo" [N.P.: el artículo era de Gideon Levy, uno de los "justos" de Mario Vargas Llosa].

Tanto Feld como Diner nos comentan lo que podría denominarse sus cuentos desconversion, "del sionismo a la Israelofobia", donde prima el odio a Israel, a su gente, y más aún, a los judíos de la diáspora que reconocen que la seguridad de Israel es un deber moral para esta generación. Feld insinúa que despertó de sus "delirios" sionistas por las efusiones de Noam Chomsky, un escritor que prácticamente no dice nada sobre el tema de Israel sin equiparar a la nación judía con la Alemania nazi. Su aversión a la comunidad judía estadounidense se expresó de la siguiente manera en 1988: "La comunidad judía es profundamente totalitaria. Ellos no quieren la democracia, ellos no quieren libertad". Palabras sin duda bellas y conmovedoras. ¿Serán también música para los oídos de estas profesoras de historia desilusionadas?

Diner, más que Feld, tiene ideas muy personales, algunas de los cuales pueden superar los delirios de Chomsky. Por ejemplo, afirma que "la muerte de un gran número de comunidades judías fue el resultado de la actividad sionista que ha empobrecido al pueblo judío". ¿Fue "la actividad sionista", y no el Tercer Reich y sus colaboradores, la que aniquiló a los judíos de Europa? ¿Fue "la actividad sionista", y no las dictaduras árabes, la que expulsó a una población judía de un país árabe tras otro y que habían habitado durante más de mil años? ¿Y fue que "la actividad sionista", y no la devastación dejada por el comunismo, la que llevó a que más de un millón de judíos salieran de la Unión Soviética?

Diner se queja de que "la insistencia singular de Israel en ser un Estado judío y sionista" la obligó a renunciar a sus puntos de vista sionistas. "¿Constituyen los judíos una raza o una etnia?", se pregunta. "¿Significa un Estado judío un estado racial?". Y nosotros nos preguntamos: ¿es esta una profesora de historia judía? ¿Acaso no sabe que los judíos se encuentran en todas las razas, y que cualquiera puede llegar a ser judío? ¿Ninguno de sus colegas de la universidad NYU le dice que el "estado racial" de Israel es el único estado que ha existido en esa zona y que ha traído a sus costas a decenas de miles de judíos africanos como ciudadanos libres e iguales?

"La Ley del Retorno", afirma Diner, "no puedo contemplarla más que como una ley racista". Sin embargo, otros países libres tienen sus propias leyes de retorno, sin ocasionar ninguna protesta por parte de esta profesora de moral tan elevada. La constitución de Armenia, por ejemplo, permite a los individuos "de origen armenio" adquirir la ciudadanía a través de un un procedimiento simplificado, La constitución de Lituania proclama:  "Todo el que es étnicamente lituano tiene el derecho a establecerse en Lituania". Las constituciones de Ucrania y Polonia tienen disposiciones idénticas.

¿Por qué la furia que despierta Israel a las profesoras Feld y Diner, por ser un Estado judío, no la dirigen también contra Gran Bretaña, un estado cristiano, con una iglesia protestante oficial, un monarca protestante y un sistema estatal de educación protestante? Otros estados autodeclarados cristianos, y que tienen numerosos ciudadanos no cristianos, son bastiones progresistas como Dinamarca, Finlandia, Grecia y Noruega. Y no hablemos de todos los estados cuyos nombres comienzan con "República Islámica de..." o "Unión Árabe...", y que se encuentran entre los más entusiastas partidarios patrocinadores de actos como "Semana del Apartheid Israelí".

Puesto que la gente de Israel ha estado bajo asedio militar, así como ideológico, a lo largo de su existencia, nuestro dúo de profesoras progresistas difícilmente podrían evitar el tema de las atrocidades que ha sufrido la población civil judía. Pero se ocupan de esta tema como, por desgracia, uno podría haberse esperado. Diner escribe: "Aborrezco la violencia, las bombas, las puñaladas, o como individuos normales duramente oprimidos recurren a la ira y a la frustración. Y sin embargo, no me sorprende cuando lo hacen, después de tantas décadas de ocupación, sin evidencia de progreso". ¿Pueden estas historiadoras no ser realmente conscientes de que el terrorismo contra los judíos en la patria judía comenzó décadas antes de la "ocupación"?

Tal como Paul Berman observa sobre los defensores de la violencia terrorista de esta especie, "cada nuevo acto de asesinato y de suicidio asesino da testimonio de cuán opresivos han sido los israelíes. El terror palestino, desde este punto de vista, mide la culpa exclusiva de Israel. Cuán más grotesco es el terror, más profunda es la culpa...".

Feld y Diner son al menos francas. Ni siquiera se molestan en ocultar cual es el objetivo final y lógico de la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Diner no sólo boicotea a todo Israel, sino también a muchos de sus correligionarios en la diáspora. "Siento una sensación de repulsión", explica, "cuando entro en una sinagoga al frente de la cual la congregación ha plantado un lema del estilo de 'Estamos con Israel'. Sólo que yo no iré y evitaré a muchos organismos judíos donde Israel funciona como un icono de la identidad judía".

Mientras fanáticos genocidas construyen bombas nucleares en Irán; mientras Hezbolá se arma con más de cien mil misiles en el Líbano; mientas hombres, mujeres y niños son asesinados con cuchillos y vehículos en Israel; mientras niños pequeños en una escuela judía y clientes de una tienda de delicatessen kosher son masacrados en Europa; mientras sinagogas e instituciones comunitarias están fortificadas ante la pesadilla interminable de la violencia islamista en todo el mundo... judíos que odian a Israel se enorgullecen de su propia perfidia rehuyendo sus compañeros judíos.

"Todo aquel que se separa de la comunidad judía, mostrando indiferencia cuando está en peligro, no tiene ningún lugar en el mundo por venir", así declaró Maimónides, el más grande de todos los sabios judíos, en el siglo XII ( Leyes del arrepentimiento, iii). Pero si este veredicto parece demasiado remoto y anticuada para las profesoras Diner y Feld, quizás el siguiente, elaborado a la altura del Holocausto, les haga reflexionar: "La historia de nuestro tiempo puede resultar un día una lectura amarga cuando se demuestre como algunos judíos fueron tan moralmente inciertos como para negarse, cuando estaban obligados, a arriesgar su propia seguridad con el fin de salvar a otros judíos que estaban condenados a la muerte en el extranjero" (Ben Halpern, agosto de 1943).

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Thursday, August 04, 2016

Las historiadoras antisionistas están equivocadas acerca de Israel - Rabbi David Wolpe - Time



El difunto rabino Shlomo Carlebach solía decir: "Si me encuentro con una persona que me dice que es protestante, sé que es protestante. Si me encuentro con una persona que me dice que es católica, sé que es católica. Si me encuentro con una persona que me dice que es un ser humano, sé que es un judío".

Los judíos tienen una tradición, que nace de una combinación de persecuciones y el auto escrutinio, que a veces los hace sentirse incómodos con la particularidad de formar parte de un pueblo. En estos días se puede ver a personas judías que repudian al estado donde se salvaron millones de judíos, el Estado de Israel. La última aportación a esta execrable actitud de huir de sí mismo es un artículo en el periódico izquierdista israelí Ha'aretz de dos historiadoras judías, Hasia Diner y Marjorie Feld, sobre por qué "han abandonado el sionismo".

Diner escribe que es imposible apoyar a un estado que sea "judío y sionista". ¿Por dónde empezar? ¿Por el hecho de que han existido y existen decenas de estados musulmanes, cristianos y solamente un estado judío? ¿Es debido a que Israel es un Estado judío donde millones de judíos de Rusia, Yemen, Siria, Etiopía, Irán, Irak y otros países fueron salvados? ¿Dónde piensan estas liberales y progresistas historiadoras judías americanas que vivirían mejor las mujeres y los gays de todo el Oriente Medio para así salvarse de las leyes draconianas de sus tierras natales?

Feld, que dice haberse "reeducado a sí misma" - resulta asombroso cómo una historiador no repara en los tonos de mal agüero de esta frase - sigue con sus propias contribuciones a este vitriolo. Ella afirma que se niega a entrar en cualquier institución que tenga como lema "Estamos con Israel". Bueno, no puedo decir si la gente de mi sinagoga le daría la bienvenida a ella, a pesar de que también podrían tratar de "reeducarla". Quizás los cientos de judíos iraníes que huyeron, muchos de ellos con familia en Israel, y que recibieron el apoyo y la ayuda de Israel a fin de podar escapar de un tiránico régimen, también podrían reeducar a esta mujer que se niega a ser asociada con el único estado que ha existido en esa tierra desde que Israel fue destruido hace 2.000 años. Tal vez la podrían enseñar un poco de historia a esta historiadora.

Nosotros no somos personas que mantengamos en "silencio" a los que difieren del consenso. Hay un sólido debate en la comunidad judía norteamericana, incluso dentro de las paredes de mi propia sinagoga. Pero ese debate no incluye a las personas que repudian el derecho de Israel a existir. Supongo que es posible mantener el derecho a que las personas discutan que Francia no debe existir. Después de todo algunas personas creen en eso, y lo demuestran regularmente con bombas, camiones y disparos. Pero sospecho que ninguno de nosotros le daría fácilmente credibilidad a su argumento, o les invitaría a nuestros hogares. No, no se puede argumentar que Francia, China o Rusia, o cualquier otro país del mundo, sin importar su comportamiento, no debería existir. Sería impensable. Sólo con Israel se acepta ese argumento por la obliteración literal o ideológica, y ahora ese argumento pasa entre la gente ilustrada como una verdadera e importante discusión.

Así que dos historiadoras judías llevan ese debate a un periódico israelí argumentando en contra de la continuidad del Estado judío de Israel. Es difícil saber si sentirse más ofendido por su arrogancia o por su estupidez

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Sunday, April 17, 2016

Antisionismo es antisemitismo. Supérenlo - Liel Leibovitz - Tablet



¿Es el antisionismo diferente del antisemitismo? La pregunta es, probablemente, el sismógrafo más exacto que tenemos para medir dónde nos situamos sobre la base de los trasfondos políticos cada vez más trepidantes que adoptamos cuando hablamos de Israel. No es que haya necesariamente una respuesta correcta o incorrecta, ya que la gente normalmente bien intencionada puede hacer argumentos sobre ambos extremos. Sí, porque los judíos y la vida judía no pueden reducirse a las aspiraciones nacionales del Estado judío. No, porque nadie puede negar que el estado de los judíos es el único de todos los países del mundo cuyo derecho a la autodeterminación es sistemáticamente negado. No se trata de un debate totalmente inútil, pero no es el debate que estamos teniendo.

El debate que estamos teniendo, fieles a nuestros tiempos, es un tanto más estúpido y malicioso, y fue puesto en evidencia este mismo mes en al menos dos de las mejores y más progresistas instituciones de educación superior estadounidenses, Stanford y Oberlin, donde su nivel intelectual fue ampliamente lamentable. En Stanford, un miembro del senado estudiantil de esa universidad argumentó que "no era antisemita argumentar que los judíos controlan los medios de comunicación, los bancos, el gobierno y todas las demás instituciones sociales". Y en Oberlin, en el enclave de Ohio, varios estudiantes judíos altamente progresistas publicaron una carta en un periódico estudiantil en defensa de una profesora que había caído en desgracia por haber publicado similares tropos antisemitas en su página de Facebook sobre la omnipotencia malévola de los judíos.

Ambas declaraciones son dignas de consideración. Como cualquier buena obra de arte moderno, tienen una parte de parodia y una parte que anuncia la muerte de un buen pensamiento y del discurso racional. En Stanford, una "portento" llamada Gabriel Knight, una estudiante junior en el órgano de gobierno estudiantil de la escuela, afirmó que era un "argumento totalmente refrescante hablar de cómo los judíos controlan el mundo". "Cuestionar estas potenciales dinámicas de poder creo que no se trata de antisemitismo", comentó Knight, que añadió, "creo que es una discusión muy válida".

Para no ser menos, cinco altamente progresistas estudiantes judíos de Oberlin publicaron un manifiesto que pasó de la declaratoria a la definición:
"Estamos profundamente preocupados por la persistente fusión de antisionismo y antisemitismo, que no sólo es ahistórica y sin fundamento, sino que también desempeña un papel ideológico central en el intento de socavar la crítica legítima del Estado de Israel", tronó la Banda de Cinco. 
"Esta fusión nos deja, como judíos antisionistas, sin la posibilidad de argumentar sobre el auténtico carácter del antisemitismo. Estamos de acuerdo con la definición de antisemitismo elaborada por Aurora Levins Morales, una activista judía pro-palestina, quien escribe que el antisemitismo - hablando de los judíos europeos bajo el cristianismo - funcionaba mediante la creación de grupos de población vulnerables que se utilizaban como intermediarios que podían ser sobornados con ciertos privilegios para la gestión de la explotación de los demás, y luego, cuando la consecuente presión social de las clases populares se disparaba, ellos mismos servirían de culpables y de chivos expiatorios, sirviendo para distraer a los ofendidos sectores populares de los delitos cometidos por los que están en la parte superior de la sociedad".
Es un argumento que ni siquiera un exaltado desconstruccionista podría amar: Según estos chicos judíos estadounidenses altamente progresistas, el antisemitismo no es el odio histórico a los judíos, documentado consistentemente durante miles de años y arraigado en antiguas y duraderas fisuras teológicas, sino simplemente una conspiración de anónimos y ricos europeos cristianos que elevan a los judíos a ciertas posiciones desproporcionadas de poder e influencia para luego poder culparlos más tarde cuando los oprimidos se alcen y rebelen.

Si usted está tentado a gastar alguna broma acerca de algunos de los pobres padres de estos chicos judíos altamente progresistas que está pagando 49.928$ al año para que sus retoños reciban el equivalente intelectual de un accidente cerebrovascular isquémico, no lo hagan. Las debacles de Stanford y Oberlin no son casos aislados de idiotez, son más bien señales indicativas de un defecto moral digno de nuestra atención. Después de todo hablamos de lugares donde debería reinar el pensamiento, no la reducción al absurdo del debate sobre Israel: En la discusión inicial sobre si el antisionismo es o no antisemitismo, la izquierda ilustrada parece ahora utilizar al argumento de que incluso el antisemitismo tampoco ya es antisemitismo, sino por decirlo académicamente, una "forma admisible de discurso sobre el poder y el privilegio".

Difícilmente se necesita un doctorado o una licenciatura saber lo que todo ello significa. Esto significa que ahora es permisible para estudiantes y profesores de nuestras mejores universidades y escuelas superiores y, por extensión, para toda la sociedad educada, utilizar los más viles estereotipos antisemitas que anteriormente solía utilizar casi exclusivamente la extrema derecha más rabiosa. Se trata de una evolución y desarrollo que afecta especialmente a los pedantes progresistas que llenan la Torre de Marfil y que son propensos a descartar cualquier tipo de realidad que entorpezca el camino hacia la teoría abstracta perfecta, pero el resto de nosotros debemos prestar atención y aprender rápidamente dos lecciones clave:

La primera lección es que "ha llegado el momento de acabar con el debate antisemitismo/antisionismo". Sean cuales sean los méritos intelectuales de los argumentos, en gran medida se han vuelto irrelevantes en un entorno abrasado por las llamas de los prejuicios disfrazados de pensamiento.

Es una dolorosa y difícil situación, la mayoría de nosotros aún anhelamos matices y verdadera reflexión, y nos esforzamos por ver al mundo en toda su complicada realidad, pero la segunda lección se nos presenta aún más difícil: "El odio no tiene paciencia con los argumentos reflexivos y los matices".

Esa gente tan sería, sin lugar a dudas, que argumenta que profesar la fe judía no implica necesariamente apoyar el derecho del Estado judío a existir, debería mirar las recientes noticias como en un espejo. Podrían empezar por leer la nota del editor colocada en la carta de los estudiantes de Oberlin, donde se corregía la información inicial de que los cinco jóvenes judíos altamente progresistas que apoyaron a la profesora que emitió las burdas declaraciones antisemitas eran miembros del SFP, Estudiantes por Palestina, un grupo pro-palestino del campus.  La correción posterior del editor informaba que el "SFP se abstiene de promover acciones o cartas de estudiantes judíos, ya que es una organización de solidaridad con Palestina". En otras palabras, el SFP afirmaba que sus partidarios antisionistas judíos nunca les podrían representar aunque no apoyen el derecho de Israel a existir. Si usted es judío, el SFP afirma sin rodeos, no puede apoyar al movimiento pro-palestino debido a que el movimiento pro-palestino se basa actualmente en la creencia de que los judíos sólo pueden ser esas personas que pueden ser elegidas para calumniarlas.

Los que creen que los judíos controlan los medios de comunicación y los bancos, o que consideran que creer en esos tropos antisemitas forma parte de un debate válido y aceptable, no hacen ninguna distinción entre "los buenos judíos", esas bellas almas judías altamente progresistas que se lavan las manos con respecto a Israel, y los "malos judíos", esos que tienen la osadía de adherirse a su fe y a su nacionalidad como cualquier otra persona normal en el mundo.

Y aquellos judíos que crean que su sofisticación liberal y progresista de alguna manera les salvará de la ira de la intolerancia, deberían reconsiderar esa suposición: nunca te preguntes quien puede o no ser un imbécil antisemita. El imbécil irá por ti.

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Monday, February 15, 2016

Conectando la ocupación al cambio climático para atraer a los numerosos idiotas útiles del sector más progre de los judíos americanos



En la web del JVP "Jewish Voice for Peace" de Boston: "Conectando la ocupación al cambio climático".
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En realidad, tengan en cuenta el cinismo sutil de la formulación: no dicen directamente que Israel es responsable del cambio climático, lo que están sugiriendo es que existe esa conexión durante un absurdo "Seder de Tu Bishvat" para que los idiotas útiles progresistas que asisten a sus eventos deduzcan esa conclusión.

Porque si el cambio climático - como el racismo, la homofobia, y el genocidio - es malo, entonces el Estado judío debe ser culpado por ello, y es aún más cínico que eso.

Esto lo que demuestra mediante ese párrafo es que para esos odiadores del estado judío de "Jewish Voice for Peace", el rito judío - de hecho, el judaísmo en sí mismo - no tiene sentido, excepto como una excusa para atacar al estado judío.

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